REVUELTO, muy revuelto, cada día más revuelto y enconado se encuentra el mundo de las cofradías. No se trata de pelillerías entre instituciones más o menos influyentes, sino de auténticos conflictos entre hermandades que conforman la cúpula de nuestra gran celebración. Conflictos que, a veces, conculcan las más elementales normas de diplomacia y buena educación para una convivencia armónica. No contento el Calvario con haberle mandado una misiva a la Macarena por el retraso horario en la Madrugada última, ahora se jacta de ella haciéndola pública en su boletín. Cuestiones que deben arreglarse, si es que tienen arreglo, en la intimidad se propalan para meterse en unos berenjenales de los que luego resulta complicado salir. Metedura de pata desde la impertinencia más inexplicable en una institución que siempre fue modélica en su fondo y, por supuesto, en sus formas.