MIENTRAS seguía embelesado la entrega de Repor dedicada a las tropelías practicadas por las clínicas dentales desparramadas por las calles del centro de nuestras ciudades, no podía dejar de pensar en las promociones de implantes a 222 euros auspiciadas desde las cadenas privadas, no desde sus espacios publicitarios, sino camufladas dentro de sus propios programas. La práctica es abominable. Sin solución de continuidad, se pasa del plano de la tertulia de turno a la de la presentadora que, en pie, canta las excelencias de un producto. A la manera de las teletiendas, sólo que en las cadenas más vistas.

Reparo en todo ello ahora que el Consejo de Administración de RTVE ha aprobado el presupuesto anual con una desviación de 37 millones en pérdidas a causa de la falta de ingresos. No hay derecho a que dichas pérdidas dependan de los criterios subjetivos con que interpretan las empresas de comunicación y el resto de operadores sus obligaciones pecuniarias, se queja el presidente de la Corporación. Esta vez con razón. Si no podemos contar con los ingresos previstos, si éstos dependen del albur o de la voluntad de empresas que van a regatear hasta el último céntimo, difícil será cuadrar los ejercicios.

Si esto ocurrió el pasado 2015, ni quiero ni pensar en lo que sucederá dentro de un año, cuando haya que realizar el balance de un año en el que habrá que incluir en el capítulo de gastos, no queda otra, 56 millones de euros por los derechos de emisión de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Río.

Arrecian críticas por todos lados hacia la televisión pública. Algunas veces de forma fácil. Sin embargo, viendo a las 2 de la madrugada un ecuánime y modélico programa como Repor sobre el negocio de los implantes (como una semana antes sobre la homeopatía), valoro su imprescindible contribución. Tan necesaria para todos.

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