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Crónica personal

Pilar Cernuda

Imponer una letra

NO debemos ni entrar a juzgar si es apropiada o no la letra del himno que se han sacado de la manga el Comité Olímpico Español y la Sociedad General de Autores, aunque lo primero que llama la atención es que la última estrofa está mal medida, falta una sílaba en los dos últimos versos y es inaudito que no lo hayan advertido los miembros del famoso jurado de expertos que analizó las 2.000 propuestas. Pero es que ni eso tiene relevancia frente a lo que pretenden hacer Alejandro Blanco y Teddy Bautista: imponer una letra al himno de España.

No nos quedemos en la superficie al entrar en el debate sobre la calidad literaria o política de la letra, sino que es obligado ir al fondo. ¿Cómo es posible que el COE y la SGAE decidan convocar un concurso para poner letra a la Marcha Real? ¿Somos un país serio o somos un país tan frívolo que los símbolos nacionales se cambian en función de los intereses de dos organizaciones privadas?

Dicen Blanco y Bautista que una vez lanzada la letra del himno con la máxima fanfarria posible, incluida la gala en la que será cantada por Plácido Domingo, abrirán un periodo de recogida de firmas para conseguir las 500.000 necesarias que obligan al Parlamento a tomarla en consideración. Pues ni aun así es aceptable. Las cosas tendrían que haberse hecho en el sentido contrario: primero, que el Gobierno, o un grupo parlamentario o medio millón de ciudadanos, presentaran una propuesta en las Cortes para poner letra al himno español. Y sólo si se da la mayoría suficiente y se aprueba la iniciativa, sólo entonces -ya que las Cortes representan la voluntad popular- se podría proceder a dar los pasos para disponer de la mejor letra. Lo otro, lo que han hecho Bautista y Blanco, es una soberana falta de respeto a las instituciones, a los símbolos de España y a los españoles.

Rajoy está a favor de que tengamos un himno con letra y ha advertido que lo incluirá en su programa electoral. De acuerdo, así sí. Esa idea la presentaría el Gobierno en el Congreso de los Diputados en caso de que el PP ganara las elecciones, y se vería si hay apoyo suficiente para ponerla en marcha. Pero lo que se han sacado de la manga el COE y la SGAE no se tiene en pie. Es más, la prisa de la SGAE en poner letra al himno tiene un tufillo económico propio de otras iniciativas apadrinadas por Teddy Bautista, que en los últimos tiempos no cabía en sí de gozo por haber conseguido que se aprobara el polémico canon digital.

Si los deportistas quieren cantar algo cuando suben al podio de los vencedores, que se busquen un himno para ellos y que consigan que el COI autorice a que suene en lugar del himno de España. Que está por ver: el COI es un organismo serio que establece que se escuchen los himnos nacionales.

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