ESTÁ bien que haya dimitido el ministro Soria por la oscura historia de los papeles de Panamá. Y de paso, estaría bien que se persiguiera con todo el rigor posible a los defraudadores fiscales, cosa que ahora no sucede en absoluto. Pero no convendría olvidar que el tema de los impuestos es un asunto peliagudo. Porque nadie discute la obligación moral de pagar impuestos (otra cosa es que la gente lo haga de verdad o escurra el bulto). Pero esa obligación de pagar impuestos lleva aparejada una obligación moral por parte del Estado de gastar esos impuestos de una forma ecuánime y eficiente, sin privilegios ni chapuzas ni despilfarros de ningún tipo. Y eso no ocurre.

Esta semana, por ejemplo, acabamos de descubrir que la Junta de Andalucía tiene 1.800 empleados públicos que están "mano sobre mano" porque no se sabe qué trabajo darles. Estos trabajadores cobran sus nóminas gracias a los impuestos que pagamos unos cuantos idiotas que no podemos permitirnos estar "mano sobre mano", pero el asunto no parece preocupar demasiado a quienes nos siguen cobrando los impuestos. Y esta semana también acabamos de descubrir que Mario Conde debía nueve millones de euros a Hacienda -o quizá eran diez, ya no lo recuerdo-, sin que nadie se hubiera preocupado de embargarle las muchas posesiones que todavía tiene (y de las que Conde alardeaba sin parar en público y en privado). También sabemos que docenas de condenados por casos flagrantes de corrupción han salido de la cárcel, tras una condena por lo general muy benévola, sin haber devuelto ni una parte miserable del dinero que robaron o estafaron en su día, y que después hubo que reponer con dinero de los contribuyentes. Y no podemos olvidar las absurdas leyes tributarias que permiten desgravar cantidades suculentas a quienes más tienen, permitiéndoles tributar a través de fundaciones o sicav o lo que sea. Y se podrían citar cientos de casos igual de humillantes para quienes pagan sin chistar sus impuestos. O chistando de furia, aunque los acaben pagando.

Repito que la obligación de pagar impuestos debería implicar una obligación por parte del Estado -y de todas las administraciones- de gastar el dinero público de la forma más digna y racional posible. Y eso no ocurre, se mire como se mire. Para un país que debe mucho más dinero del que recauda, eso sí que es una tragedia.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios