Juan Bosco Díaz / Urmeneta

Incierto porvenir

LA cesión de un bien público a una entidad privada siempre inquieta. Más la que se anuncia de las Atarazanas a La Caixa. Preocupa el edificio mismo: sedimenta aspectos claves de la ciudad y plantea interrogantes sobre las alternativas de su restauración. A ello se une su situación privilegiada: lo convierte en potencial referencia ciudadana pese a ser hoy un desconocido. Surgen, así, al menos dos preguntas: con qué criterios se rehabilitará el edificio y qué uso le darán sus beneficiarios.

Sin duda, la Junta de Andalucía se libra de una patata caliente. Abandonado el proyecto que, en los 80, situaba en las Atarazanas el Centro de Arte Contemporáneo, el edificio se restauró por los arquitectos Antonio Barrionuevo y Julia Molino. Más tarde se acometieron estudios particulares para una recuperación integral que no llegó a hacerse. Todo quedó en intervenciones puntuales. Exiguas eran las cantidades dedicadas por la Junta que andaba aún más corta en ideas. Diversas exposiciones -Sónar, Pilar Albarracín, Biacs 2- mostraron la adecuación del lugar para tal uso. La Junta encargó un proyecto (esta vez a Juan Suárez Ávila) pero sin claro apoyo presupuestario. Mientras, el edificio seguía en los márgenes de la atención ciudadana. En la práctica, un desconocido.

Saldrá ahora de la vía muerta gracias a la financiación privada, pero ¿con qué coste? ¿Al de una nueva arquitectura-espectáculo que minimice el edificio y traicione sus silenciosas trazas? ¿Qué actividades se programarán y cómo? La Caixa, hoy, ya no es la entidad que promovió la primera muestra de Duchamp en España e hizo otras, memorables, de Morandi, Fontana, escultura africana o Viola. Aparte de su excelente colección (que pudo verse en la Casa de la Provincia), hoy parece interesada sobre todo en sembrar las calles de esculturas y programar muestras más atentas al reclamo (publicitario y/o espectacular) que a la calidad y a la formación del público.

El riesgo de la cesión es que acerque más a Sevilla al selecto parque temático. El límite entre cultura y espectáculo es hoy incierto. Hay que esclarecerlo. Un modo de hacerlo sería asegurar la presencia institucional y social de la ciudad en la adaptación y utilización del edificio. La experiencia adquirida en la restauración y posteriores estudios, y la acumulada por la Dirección General de Museos, debe invertirse en el proyecto para que éste promueva realmente la cultura contemporánea en Andalucía y no se limite a ser mero medio difusor de ofertas del anónimo mercado internacional del arte.

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