PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Indiana Jones y Myriam Seco

EN Sevilla, Indiana Jones tiene nombre de mujer: Myriam Seco. Por arqueóloga, por emprendedora y por audaz. Nacida en una saga de orfebres (Manuel Seco Alcoba, bisabuelo; Manuel Seco Imberg, abuelo; y Manuel Seco Velasco, su padre), la carrera oficial se le quedaba chica para sus horizontes de grandeza, y donde hay más horizonte es en el arenoso Egipto faraónico. Desde que descubrió en Luxor el tercer coloso de Memnón, ha pasado de joven aprendiz a dirigir excavaciones. Ya está en marcha su próxima aventura: la recuperación del templo funerario del gran conquistador Tutmosis III. Es todo un éxito lograr en Egipto el permiso del Consejo Supremo de Antigüedades (son muchos los egiptólogos en las universidades occidentales con ganas de apuntarse un tanto semejante) y conseguir el patrocinio de Cepsa para sufragar todos los gastos y emolumentos. Esta mujer vale un potosí.

En filmografía no va a competir con Harrison Ford, pero Myriam Seco ha sido una de las protagonistas de la película Los misterios del Nilo, rodada en formato Imax. Aguantó un rodaje de cuatro meses en Etiopía, Sudán y Egipto, incluso navegando en piragua por tramos de aguas bravas. Y tuvo que aprender submarinismo para dirigir un proyecto arqueológico digno de cine: rescatar los restos y objetos de un pecio fenicio en la costa de Tiro (Líbano).

Si Indiana Jones tiene que estar ojo avizor ante los nazis, los rusos, los cazatesoros y sus mercenarios, Myriam ha de enfrentarse siempre en Oriente Próximo a gobiernos sin palabra, burocracias picaronas, insurgentes al loro, ladrones de excavaciones y guerras civiles de aquí te espero. Está acostumbrada a trabajar rodeada de policías y soldados, y a desplazarse con protección militar. Quienes se benefician de su empuje son los estudiosos que prefirieron no salir de las aulas para contar el Valle de los Reyes, y los turistas que admiran lo que la Historia había sumergido en el olvido. Son el público de nuestra Indiana Jones.

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