Tribuna Económica

gumersindo Ruiz

Inestabilidad financiera e inversión productiva

ALGUNOS lectores me cuestionan que tenga una visión persistentemente pesimista sobre la economía; tengo que decir en mi descargo que este acento negativo se encuentra incluso en los primeros artículos en estas páginas, hace ya ocho años. Sin embargo, quiero destacar hoy algo que puede ser muy positivo si se sabe aprovechar, y viene de la propia política de tipos de intereses tan bajos de los bancos centrales, que está forzando a buscar rentabilidades en la inversión productiva.

La llamada "represión financiera" se manifiesta hoy en bajísimos tipos de interés y una gran liquidez. La deuda pública a diez años de Estados Unidos paga menos de un 2%, y la alemana un 1,35%; entre medio punto y un dos se encuentra Japón y Gran Bretaña. Otros países significativos como China tienen el diez años a un 3,30%. También hay países que pagan entre el 7% y el 9% como Rusia, Turquía, México, India o Brasil, debido a una inflación que resta rentabilidad y tipos de cambio inestables. España está por debajo del 5%, e incluso países con un riesgo tan elevado como Grecia venden su deuda al 12%. Algunos de estos tipos de interés pueden parecer altos si los comparamos con los primeros, pero cualquier ahorrador entiende que correr el riesgo de invertir a diez años para tener una rentabilidad que en ocasiones está por debajo de lo que sube el coste de la vida, no es un buen negocio.

Pero, además, los bancos centrales compran deuda pública o intervienen en los mercados, lo que explica que los tipos de la deuda española estén tan bajos; y algunos, como el de Estados Unidos, compran directamente deuda privada para financiar la industria o el mercado de la vivienda. Esto hace que la deuda de las empresas, tanto en las economías más ricas como en las emergentes, tenga tipos bajos; y que los inversores y ahorradores, buscando desesperadamente rentabilidades, vayan a la bolsa y a otras inversiones financieras en fondos más o menos complejos.

En estos momentos muchos ahorradores e inversores se están ya planteando el interés de inversiones no especulativas, a largo plazo, estables, en la economía productiva. Cobra nuevo interés la inversión en vivienda en alquiler, a través de figuras como las nuevas sociedades de inversión inmobiliaria; obtener una renta de empresas que paguen dividendos es otra alternativa; participar en préstamos a empresas, en operaciones de compra y adquisición, y en el capital de las empresas, son opciones que empiezan a resultar atractivas, siempre que tengan una rentabilidad entre un uno y un dos por ciento superior a la de la deuda pública. Pero, a diferencia de lo que ocurría en los años anteriores a la crisis, estas inversiones han de tener dos condiciones: que sean estables, buscando rentabilidad razonable a largo plazo, y que tengan un componente de capitalización de las empresas.

La responsabilidad de los gobiernos -comunidades autónomas, Estado y Unión Europea--, está en reforzar este movimiento, que ya se está produciendo, con políticas inteligentes sobre planes de pensiones, vivienda, capitalización de empresas, sirviendo de puente entre estas fuerzas del mercado financiero y la economía real.

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