Visto y oído

Antonio / Sempere

Inexplicable

Sé que me repito, pero es que hay misterios insondables a los que conviene regresar, por si alguien tiene a bien arrojar luz sobre el asunto. Sí, me refiero por enésima vez al tratamiento ejercido por la televisión pública a sus maltrechos programas culturales. Si algo queda claro, es el hecho de que el deporte y sus circunstancias imponen su ley, y puede con todo lo que se le ponga por delante.

La rueda de prensa ofrecida por Luis Aragonés borró del mapa, literalmente, todo vestigio de Palabra por palabra. Los partidos de baloncesto de los jueves por la noche aniquilan sistemáticamente No disparen al pianista. Que vale que no anda muy sobrado que digamos con su escaso 2 %, pero cuyos fieles merecerían un mínimo respeto.

Pues bien, y aquí viene lo paradójico. Sabedores los que programan que ya iban dos jueves seguidos sin ración de Ruth Jiménez, y que por lo visto las ediciones enlatadas de No disparen al pianista, cuyo equipo continúa trabajando a pleno rendimiento, decidieron atajar la cuestión por las bravas. A grandes males, grandes remedios. El musical se coloca en la medianoche del domingo, y así matamos dos pájaros de un tiro. Por un lado nos quitamos de encima el material acumulado, y por otro logramos elevar el dichoso share. Pero, claro, sin tener en cuenta a los damnificados. A esos otros programas que van detrás. Como por ejemplo Metrópolis y Redes, que de un modo inexplicable fueron a recalar a las tres de la madrugada. Los de Metrópolis se presentaron en formato de road movie, conmemorando el décimo aniversario de la Ruta del Bacalao. En Redes plantearon una vez más el apasionante tema de las decisiones. Si las mejores son las racionales o las irracionales. A las tres.

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