Crónica Personal

Pilar / cernuda

Infanta imputada

NO fue una sorpresa para el Rey, cuentan sus allegados que llevaba tiempo expresando su convicción de que el juez Castro iba a imputar a la infanta Cristina. Que no haya sido una sorpresa no significa que el Rey no esté disgustado. Lo está y mucho. Por el daño que supone para la Corona y, por supuesto, por lo que significa esa imputación para su hija menor y para sus nietos.

Delito fiscal y blanqueo de dinero. Le preocupa también al Rey un tercer aspecto de la imputación, que el cierre del sumario se retrase todavía más. En público, el Rey y su Casa insisten en su respeto por las decisiones judiciales, pero en privado se encuentran en la misma disposición de ánimo que los miles de los españoles que sienten auténtica desesperación porque no se acaban de cerrar los sumarios de los que depende que se celebre la vista oral y se pronuncien los tribunales. Esa agonía de enfrentarse a una Justicia insoportablemente lenta se vive también en Zarzuela. El juez Castro lleva tres años investigando las cuentas de las sociedades Aizoon y Nóos y no hay indicios de que se encuentre en situación de cerrar el sumario. Con todo lo que eso significa de deterioro creciente de la imagen de los duques de Palma y de la propia monarquía. Por no mencionar que eso significa que continuará el goteo de filtraciones sumariales que afectan directamente a la imagen de los duques de Palma y, en algunos casos, afectan también a su vida privada.

Quedan cinco días por delante para presentar recurso, pero sea cual sea la decisión última de la Audiencia Provincial de Palma, que ya levantó la imputación de la infanta Cristina en una ocasión, el auto del juez Castro es demoledor.

Doña Cristina tiene varias tablas de posible salvación: una, que la Audiencia vuelva a levantar la imputación porque al igual que ocurre con la Fiscalía y con la Abogacía del Estado, sigue sin ver los delitos que apunta el juez Castro. Dos, que se mantenga la imputación pero se le aplique la llamada doctrina Botín que, basándose en las últimas reformas, no acepta más acusación particular que la de quienes han sido perjudicados. En el caso Urdangarín sólo Manos Limpias -organización sobre la que habría mucho que decir- se ha presentado como acusación particular.

Ninguna de las dos salidas es buena para la Infanta.

La Corona, y la Familia Real, tienen un serio problema.

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