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Infiltrado

LA presencia, más bien reducida, de dos actores actores españoles, Antonio de la Torre y Marta Torné (en fin), ha animado el interés por la serie de la cadena AMC El infiltrado, una intriga de mafias, espías con el telón del nuevo horizonte en Oriente Medio y el negocio armamentístico, de las empresas occidentales. Tiene más pinta que fondo, más presencia que esencia, este juego de pulsos que encabeza socarrón Hugh Laurie, el que fuera doctor House.

El infiltrado parte de una novela de John Le Carré, que incluso participa de productor ejecutivo de esta historia que se había descolgado para adaptar en cine. Por un lado el argumento literario garantiza su dosis novelera, su carga de revancha pasional y patriótica, falsas apariencias y tensiones; pero por otra parte esos carriles previstos de un best seller comercial, impiden que adquiera más mordiente y calado un argumento que podía estar dando mucho más de sí.

Laurie, con ese estilo sarcástico que le sale sin querer, es un empresario que tras su filantropía y buena imagen esconde las cloacas de ser un señor de la guerra. Está en el objetivo de un simple empleado de hotel, un ex militar británico, que encarna Tom Hiddleston, y que juró venganza por la muerte de un fugaz amor. Los resortes son algo forzados pero el espectador acepta las estridencias argumentales a cambio de solventes interpretaciones (incluidas las breves apariciones de los nuestros), localizaciones, una realización dotada y un presupuesto generoso en ambientación. La AMC cuenta con el apoyo de la BBC para esta serie de sólo ocho entregas (no causa esa pereza de embarcarse en temporadas y temporadas) que destaca entre lo más recomendable de lo que llevamos de año.

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