La ciudad y los días

carlos / colón

Información y sensacionalismo

EN mi solitaria opinión la información sobre un juicio en el que se trata del asesinato de una menor, agravado por ser sus propios padres los acusados, debe administrarse con extrema sobriedad. Aquí se plantea el largo debate sobre seriedad y sensacionalismo. Seriedad no sólo quiere decir informar con conocimientos jurídicos, sin especular y sin acentuar lo sentimental o lo morboso. Quiere decir, sobre todo, informar únicamente sobre lo poco que se considere relevante por su interés público. Y este interés público no tiene nada que ver con la curiosidad que un caso tan espeluznante despierta en los lectores y espectadores. Sobre el juicio del caso Asunta se está sobreinformando, unas veces con rigor y otras sin él pero siempre excediendo lo que considero razonable, para saciar esa tan humana curiosidad que los sucesos criminales más espeluznantes despiertan. Es lo habitual, dada la condición humana (los lectores) y la lógica del mercado (los medios).

127 años hace que el crimen de la calle Fuencarral y el proceso que le siguió (1888-1889) se convirtieron en el primer suceso y juicio mediáticos de la historia del periodismo español. 29 directores de periódicos personados como acusación, con lo que tenían acceso al sumario que se fue publicando íntegramente; filtraciones una y otra vez denunciadas por los jueces; juicio popular paralelo, cargado tanto de connotaciones políticas como de excesos sensacionalistas, que provocó manifestaciones, el apedreamiento del ministro de Justicia y larguísimas colas para asistir a las sesiones del juicio que concluyó con una condena a muerte y una multitudinaria ejecución.

Este hecho es crucial en la historia del periodismo español: se iniciaba la era de la prensa nacional de empresa -El Imparcial se había creado en 1867, El liberal en 1879, La Vanguardia en 1881, El País en 1887- que sacó buen provecho en ventas, desbordó los confines nacionales -Galdós escribió las crónicas del proceso para el diario argentino La Prensa- y suscitó el primer debate sobre la utilización comercial del sensacionalismo en el que tuvieron un destacado papel el propio Galdós y Pablo Iglesias (el de verdad) que había fundado en 1886 el semanario El Socialista, desde el que criticó la utilización sensacionalista del suceso. Mañana nos ocupamos de ellos porque lo que escribieron hace 127 años sigue teniendo vigencia hoy.

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