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Las dos orillas

José Joaquín León

Inocencia sevillana

SE aproxima el 28 de febrero, día de Andalucía, pero al leer algunas noticias de Sevilla parece que se aproxima el 28 de diciembre, día de los Inocentes. No sabemos si estamos en Cuaresma o en Navidad, porque el temporal tampoco despeja las dudas. Desde hace algunos años, los periódicos optaron por suprimir las inocentadas. Se impuso la tesis, iniciada por El País, de que era un engaño a los lectores, aunque sólo fuera una broma. Además generaba poca credibilidad. Los lectores buscaban las inocentadas en los diarios del 28-D, y a veces tenían dudas razonables entre las noticias verdaderas y la falsa.

De ahí hemos pasado a la inocentada oficial. Zapatero y sus ministros se han especializado en la materia. ¿No fue una inocentada cuando dijeron que la edad de jubilación se retrasará a los 67 años? Esa ha sido una de las mejores de los últimos meses, pero si rebuscan en los diarios atrasados todos los días encontrarán algunas. Las inocentadas se ven con su perspectiva auténtica en el plazo de unas semanas o unos meses. Pues en Sevilla han salido dignísimos imitadores, que compiten de tú a tú con su jefe supremo.

En el Ayuntamiento de Sevilla, el alcalde Monteseirín podría crear la Delegación de Inocentadas. Actualmente es un área transversal, como se dice ahora, que afecta a varias delegaciones. Sería más coherente aglutinarlas todas en un solo departamento, incluso que nombraran un portavoz de Inocentadas. Ahora hay cierto descontrol. En Fiestas Mayores, por ejemplo, te dicen que este año se va a ampliar la carrera oficial por la Magdalena y Méndez Núñez, o que suprimirán siete mil sillas. Se dan a conocer inocentadas de Feria, como la caseta del concejal mírala que es legal pero si demuestran que es ilegal ya se verá, por no hablar de los traslados al Charco de la Pava y demás. Se dan a conocer inocentadas de la sucesión, como que Celis es el candidato, y que Monteseirín sí, pero no. Y hasta alguien lanza la inocentada de que Alfonso Guerra podría optar a la Alcaldía.

Pero las mejores inocentadas del Ayuntamiento de Sevilla son las del transporte, donde hay grandes especialistas. Sin entrar en el Metro y sus líneas de bingo, sólo me referiré a dos de los últimos días. Una es la de llevar el tranvía, sin catenarias por supuesto, desde la Plaza Nueva a la Campana, pasando quizá por Zaragoza, San Pablo, Julio César y Alfonso XII; o por Méndez Núñez, la misma de la carrera oficial, en vez de irse uno andando por Tetuán y llegar media hora antes. Y no te digo nada de la inocentada de los 45 minutos del coche en el casco antiguo, con las cámaras vigilantes, bajo pena penita pena de 90 euros de multa. Estas cosas sólo pasan en Sevilla, honrada ya con otro título: la ciudad de la inocencia.

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