TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Inquietud cero por Luis Fabiano

Tras la experiencia vivida en el club con la venta de talentos a precio de oro, que sea lo que sea con el paulista

HUBO un tiempo no muy lejano en que hubiesen inquietado los tambores de guerra que surgen en el entorno de Luis Fabiano. Esas dudas sobre si el paulista se queda o se marcha hubieran llevado la zozobra al sevillismo como en su tiempo la llevaron los casos de Reyes, Julio Baptista y Sergio Ramos. Luego, esas misma salmodia rumorosa inquietaría menos, muchísimo menos, cuando se trataba de Daniel Alves, Keita o Poulsen. La palmaria demostración de que las personas pasan y el Sevilla permanece imperturbable, incólume, hace que el sevillista no se inquiete YA por una fuga más, ni siquiera por la del fabuloso paulista.

Recordemos que a Del Nido le dijeron de todo cuando se deshizo de Reyes, que hasta parecía que se iba a acabar el mundo con la marcha del utrerano. Pero aquello sirvió para poner el dinero que cimentase el gran edificio que iba a levantarse con los millones que el Madrid soltó en el verano de 2005, justamente el del Centenario, primero por Baptista y luego por Ramos. Y vino lo que vino, una concatenación de títulos como no hubiese soñado ni el sevillista de mente más calenturienta. Con los títulos, una sensación de fortaleza impensable y una confianza sin tacha en lo que diga José María del Nido, ya con patente de corso para hacer y deshacer a su antojo.

Causas todas más que sobradas para que el sevillista no se sienta inquieto por si el futuro de Luis Fabiano -Luisfa para la cursilería militante- está o no en el club de Nervión. Y como, además, está en el mejor escaparate que tiene el fútbol, que es ser titular indiscutible de Brasil en un Mundial, pues la cosa no es para inquietarse. La única inquietud podría derivarse del riesgo de lesión, sólo de eso, ya que si hoy vale diez, cuando vuelva de Suráfrica valdrá quince, o veinte; por supuesto que nunca menos de lo que hoy cotiza en la bolsa de ese enorme mercado que no entiende de crisis, el de los futbolistas que llevan el gol en la sangre y que convierten en oro cuanto tocan.

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