Tomás garcía rodríguez

Doctor en Biología

La Inquisición y la leyenda de Susona

Diego de Susán fue procesado en el primer Auto de Fe y quemado por judaizante

El siglo XV discurría convulso en el territorio peninsular, con enfrentamientos civiles y banderías nobiliarias que socavaban el poder de la corona, hasta que la situación cambia drásticamente con el acceso al trono castellano-aragonés de los Reyes Católicos, los cuales tomarán duras medidas para sofocar levantamientos y pacificar sus reinos. En ese sentido, refundan la Inquisición con el propósito de conseguir la unidad política y religiosa mediante el control de los judeoconversos, que ejercían numerosos cargos de responsabilidad civil o eclesiástica, y envían tres dominicos a Sevilla para su puesta en marcha. La inminente llegada de los inquisidores en 1480 provoca desasosiego en el concejo municipal, ocupado en buena parte por conversos que ostentaban el control político y económico de la urbe. Diego de Susán es el hombre con más poder en esos momentos, regidor y caballero veinticuatro de Sevilla nombrado por la misma reina Isabel "por los muchos e leales seruiçios que me auedes fecho y fasedes de cada dia".

Según datos historiográficos nebulosos, Susán tendría dos hijas, Sara y María Pinta, contando la leyenda que Sara (vulgo Susona) habría denunciado una supuesta trama encabezada por su padre contra los inquisidores. Todo el artificio romancesco se basa en un manuscrito de autor desconocido conservado en la Biblioteca Colombina: "Relación de la junta y conjuración que hicieron en Sevilla los judíos conversos contra los inquisidores que vinieron a fundar y establecer el Santo Oficio de la Inquisición". Por lo demás, no existe referencia documental directa autentificada que avale estos sucesos, ni de la conspiración ni de la traición de Susona, y así lo concluyen relevantes investigadores como Benzion Nethanyahu o Juan Gil, que sólo estiman la posibilidad de que los regidores hispalenses se reunieran para organizarse ante la inmediata fundación del Santo Oficio. Es constatable que Diego de Susán fue procesado en el primer Auto de Fe -celebrado el 6 de febrero de 1481- y quemado por judaizante en el Prado de San Sebastián sin acusación alguna de conjura, al igual que otros prohombres de la capital del Guadalquivir.

La legendaria historia sería amplificada y difundida en el siglo XIX por José Amador de los Ríos y el padre Fidel Fita. Desde esos tiempos, existe en el Barrio de Santa Cruz una calle con el nombre de Susona, antigua de la Muerte, y una placa que refleja su calavera, pues la "fermosa hembra" habría ordenado en testamento que su cabeza fuese expuesta en la fachada de su casa paterna para la expiación perpetua de sus pecados. En realidad, Diego de Susán no residía en este barrio, pues fue registrado como vecino en la collación de San Isidoro. Quizá, los aires románticos que impregnaron la centuria decimonónica tiñeran las ligeras plumas de ilustres escritores de un colorido relato que conviene considerar y mostrar a los visitantes de la antigua judería como lo que es, una apasionante y envolvente leyenda.

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