LA Justicia ha condenado por segunda vez a Tussam a indemnizar a la inmobiliaria sevillana Umbela 4 por no venderle las antiguas cocheras del Porvenir pese a que la empresa había ganado el concurso público convocado a tal efecto por el Ayuntamiento. Recuérdese que el Consistorio, durante el primer mandato de Monteseirín como alcalde gracias a su coalición con el PA, puso en venta en diciembre de 2002 las instalaciones en pleno boom inmobiliario para, aprovechando su estratégica ubicación y por consiguiente las expectativas del suelo, obtener los mayores ingresos posibles con los que paliar el ya por entonces elevado déficit de Tussam. Umbela 4 fue la ganadora in pectore del concurso al haber presentado la mayor oferta, unos 43 millones de euros, pero, pese a que se iniciaron las negociaciones para la adjudicación de las cocheras, nunca llegó a materializarse porque el Ayuntamiento cambió repentinamente de criterio al tener en el horizonte las elecciones municipales y anunció que destinaría el suelo a VPO en vez de a las viviendas de renta libre que, para rentabilizar la inversión, tendría que construir la inmobiliaria concursante. Al final, el Consistorio vendió el suelo a la Gerencia de Urbanismo por unos 20 millones de euros y aquélla lo cedió a Emvisesa para unas VPO que aún siguen en el aire. Por el cambio de criterio municipal, Tussam dejó de ingresar 23 millones que al cabo han tenido que salir del bolsillo de los sevillanos. El fallo judicial -primero el del Juzgado de Primera Instancia Nº 13 y ahora el de la Audiencia Provincial- dice dos cosas muy graves en un Estado de Derecho. Primero, que el Ayuntamiento actuó por razones políticas (trataba de desmarcarse del PA como incómodo socio de gobierno para preparar el terreno a una coalición con IU), a las que por tanto subordinó los intereses de Tussam. Y, segundo, que, sin justa causa para la ruptura, quebró los principios de buena fe y la seguridad del tráfico jurídico. Que una Administración quiebre la seguridad jurídica significa que no hay garantías para las inversiones empresariales y ésa es la peor publicidad que puede tener una Sevilla que necesita captar proyectos, más aún en plena crisis económica, y competir en la liga de las grandes ciudades.

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