Esto es un no parar en el que cada día es peor que el anterior y mejor que el siguiente, con dramas de todo tipo que te encogen el alma más o menos según su cercanía. Cada día, una historia que te conmueve; ora, la joven esposa que deja en el mundo a un par de hijos de cortísima edad, la del señor mayor que se queda viudo sin saberlo porque está solo en una habitación de hospital, la de ese cincuentón que no tenía ninguna patología y que es abatido en tres días por el bichito invisible y cabrón. O esas cataratas de muertes que se producen en éste y en aquel centro de mayores. Historias todas para no dormir y no aquellas que dirigía Chicho Ibáñez Serrador en los sesenta y que nos mandaban a la cama a dormir con un solo ojo. Y raro es el día en que no nos desayunamos con sucesos de ese tenor mientras nos devanamos la sesera cabreados por otra Semana Santa menos.
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