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Antonio / Sempere

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A vueltas con la ficción nacional. Esta vez con motivo de un sugestivo Curso de Verano de la Complutense sobre la dirección de arte en la ficción televisiva en nuestro país. El primero en abrir fuego con la conferencia inaugural es Carlos de Dorremoechea, que ha sido todo en esta disciplina, y que en la actualidad es Jefe de Dirección Artística de la ECAM.

Lo mejor, como siempre sucede en estos casos, llegó con la puesta en común. En el momento en que alguien afirmó, rotundo, que la gran época dorada de TVE finalizó con La forja de un rebelde. Recordemos, dirigida por Mario Camus bajo la etapa en la que Pilar Miró abanderó la dirección de la televisión pública, a finales de la década de los ochenta. El propio Dorremoechea, que participó en la dirección de arte de series de la altura de Fortunata y Jacinta, refrendó la afirmación al considerar que el modo de producir las ficciones actuales tiene bien poco que ver con el de las de hace tres décadas. Poniendo como ejemplo el caso de algunas de las series de éxito de las cadenas privadas, en las que tuvo que poner en marcha los decorados en el tiempo récord de un mes. Aunque citase excepciones que confirmaran la regla, caso de El Príncipe, que contó con una preproducción de un par de años.

Los argumentos confluyen en una tesis. Sin una televisión pública potente, que sirva de referente a las televisiones privadas, que marque el rumbo, que cuente con unos niveles de exigencia muy altos, perdemos todos, porque la que pierde, al final, es la ficción nacional. A juicio de algunos de los profesionales que se han dado cita en El Escorial este referente ya es historia. Por mucha Isabel que valga.

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