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Carlos Colón

Intolerable acoso a Llarena

No es cosa menor que golpistas respaldados por partidos en el 'Govern' acosen a un magistrado

érase una vez un país europeo y democrático, integrado en una unión de países democráticos europeos, en el que el presidente y el Parlamento de una de las regiones que lo conforman dieron un golpe de Estado declarándose independientes. El golpe, que no por ser una farsa de opereta originó menos tensión política, fracasó y los golpistas fueron encarcelados en espera de juicio o huyeron al extranjero. Todo lo que de antiguo adornaba la palabra extranjero, como frontera, pasaporte o soberanía enfrentada a otras soberanías, no tenía sentido en esa unión de democráticos países. Pero he aquí que los golpistas evadidos fueron acogidos en otras naciones europeas como si fueran exiliados de una dictadura y se negaron a devolverlos para que rindieran cuentas ante la Justicia de su país. Así los golpistas siguieron conspirando desde esa misma Unión Europea que al parecer no está tan unida cuando uno de sus miembros sufre el ataque interno más grave porque afecta a su ordenamiento constitucional e integridad territorial.

Érase una vez un magistrado del Tribunal Supremo -y no uno cualquiera, sino el que instruía la causa contra ese golpe de Estado- que estaba cenando con su mujer y un grupo de amigos en un restaurante de una localidad de esa región que se pretende nación independiente. Alertados a través de las redes de su presencia, un grupo de golpistas se dirigieron al restaurante, le increparon, le insultaron e intentaron agredirle. Protegido por sus escoltas policiales -porque instruir esta causa le obliga a ello- el magistrado y su mujer tuvieron que abandonar el local entre el griterío de la horda, que además de insultarlos golpeó el coche e intentó bloquear su paso mientras gritaban "las calles serán siempre nuestras".

Desgraciadamente este país es España y el érase una vez no inicia el relato de un cuento (aunque en él haya ogros y brujas) sino de unas historias reales. No es un incidente menor que un grupo de golpistas acose a un magistrado del Supremo obligándole a abandonar un local público junto a su mujer. Y menos si están respaldados por partidos políticos con responsabilidades de gobierno y alentados por el presidente golpista prófugo que tan cómodamente se pasea por la UE permitiéndose amenazar -"el periodo de gracia se acaba"- al presidente de la nación, a su vez obstinado en tender la mano a quienes se la muerden y dialogar con quien no quiere hacerlo.

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