DIRECTO Así han votado los sevillanos: resultado de la consulta sobre la Feria

DERBI Joaquín lo apuesta todo al verde en el derbi

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Ir a Villamarín es como una cita con la fiesta

No más traspasar las puertas del estadio se percibe que este Betis funciona como un reloj

Son días de vino y rosas y bien que se nota en cada cita con el equipo. El Villamarín es una fiesta periódica que no falta a lista y que raya el paroxismo cuando en la yerba salen las cosas medianamente bien. Ni les digo cuando el partido queda en el talego, que para entonces resulta conmovedor comprobar cómo el bético disfruta, ya que compagina el hecho de saber que el club está a buen recaudo y que el equipo no es lo que era.

Aquel clima de negatividad que tan poco ayudaba ha dado paso a un ambiente festero que es como un vendaval de popa que lleva a la nave al puerto deseado. Y es que desde que se traspasa los umbrales del santuario de los béticos puede palparse una sensación que se hace agradabilísima. El domingo ante el Rayo, las cosas iban camino de torcerse por culpa del dinamismo de una tropa que no parece estar clasificada en la cota que merece, por supuesto que no, pero...

Hace tan sólo dos telediarios, ese partido con los vallecanos hubiese sido una nueva frustración. El público, imbuido por las lecciones de exigencia que vienen de trincheras poco recomendables, habría roto a exigir con dudoso fundamento y la nave podía haber corrido peligro de encallar. No fue así y aquello salió como era debido, a empellones pero salió, que luego se reconocen los méritos del rival y punto, como reconoció el competente técnico del Betis, aquí paz y después gloria.

Conocedor viejo del fútbol según Sevilla quiero recalcar y recalco que este Betis que hogaño viven los béticos es el Betis mejor organizado que jamás contemplé. Desde la moqueta a la yerba, todo funciona a semejanza de un reloj de alta gama. Todo eso es obra de un beticismo bien reglado desde la cúpula y que funciona sincronizadamente, sin injerencias exógenas, para convertir de forma periódica el Villamarín en una fiesta apoteósica como en un cuartito para sólo cabales.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios