CUANDO la hermandad así lo decide sus razones le asisten, pero la verdad dice que huye de esas Setas que Alfredo levantó para horror de muchos y fervor desinteresado de bastantes menos. La hermandad es la de la Macarena, que con el argumento de recuperar uno de sus itinerarios más antiguos le pega un regate a las Setas de padre y muy señor mío... de la Sentencia. Cada uno tiene el alma en su almario y puede en su casa hacer lo que le plazca, por lo que no cabe objeción alguna a lo que ha ordenado la junta macarena. Se trata de eludir las Setas entrando por su cara oeste, siguiendo por la norte para rematar por la oriental antes de virar a babor para embocar Alcázares. Pasa que lo de menos es el regate a la obra incomprensible, sino la pena de que no existan personajes como aquel don Eduardo Miura con un balcón desde el que Manuel Torre le cantaba a la Esperanza rompiendo el azogue de los espejos.
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