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La ciudad y los días

Carlos Colón

Jaén de batallas y castillos

JAÉN es la joya menos conocida de la corona andaluza. Tal vez porque el brillo de Cádiz, Córdoba, Granada y Sevilla -luz, mezquita, Alhambra y leyenda- la oscurezca. Tal vez porque sus recios encantos exigen la correspondencia de una sensibilidad no convencional. Tal vez porque sus bellezas -ondulantes paisajes de olivos, severas ciudades renacentistas que eluden las filigranas del barroco y las gracias costumbristas, música de Tomás Luis de Victoria convertida en catedral por Andrés de Vandelvira- sean demasiado verdaderas para las falsificaciones tematizadas que hoy vende el masificado mercado turístico. O tal vez porque no sea fácil encontrar por sus campos y sus ciudades el decorado que tantos buscan en Andalucía.

En Jaén Andalucía no se ha disfrazado de ella misma, como Ortega y Gasset dice de Andalucía en general y de Sevilla en particular: "Lo admirable, lo misterioso, lo profundo de Andalucía está más allá de esa farsa multicolor que sus habitantes ponen ante los ojos de los turistas. Porque es de advertir que el andaluz (…) se complace en darse como espectáculo a los extraños, hasta el punto de que en una ciudad tan importante como Sevilla, tiene el viajero la sospecha de que los vecinos han aceptado el papel de comparsas y colaboran en la representación de un magnífico ballet anunciado en los carteles con el título Sevilla". Lo admirable, misterioso y profundo de Andalucía está, afortunadamente, repartido por toda ella. Es cuestión de buscar con más cuidado, mirar con más atención y sentir con más sensibilidad que en otras partes; porque en Andalucía el brillo ciega y el mostrarse es una forma de ocultarse. Pero en Jaén lo admirable, misterioso y profundo se ofrece sin máscaras, artificios ni engaños, en su verdad desnuda y esencial. Por eso, recuerda Ortega, Chateaubriand escribió que al llegar los cien mil hijos de San Luis a la divisoria de Sierra Morena y aparecérseles los campos de Jaén, "les produjo tal efecto el espectáculo, que espontáneamente los batallones presentaron armas a la tierra maravillosa".

Uno de los recios tesoros que ofrece Jaén, doblemente valioso porque se funde con sus paisajes como si brotaran de la tierra, son sus impresionantes castillos. Sólo Siria y Palestina concentran tantas torres, atalayas, fortalezas y castillos. Comprendiendo que el paño turístico no se vende en arca cerrada por bueno que sea, la Diputación Provincial de Jaén y la Junta de Andalucía crearon la Ruta de los Castillos y las Batallas, un excepcional programa de visitas y actividades culturales que durará hasta diciembre. Están a tiempo.

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