¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Juanma tiene un plan

Con el decretazo de los bares la Junta queda bien con los bares, y los acaldes mal con los vecinos insomnes

Juanma Moreno, el del blasón con Hércules laureado y coronado, tiene un plan para salvarnos de la grave crisis socioeconómica que se avecina. Y no, no es potenciar las industrias verdes, ni mejorar el ya de por sí competitivo sector agroalimentario, ni buscar un turismo de mayor calidad y menor impacto, ni crear las condiciones para que el talento y capital tecnológico se entere de una vez de que somos la California de Europa, ni ninguno de estos lugares comunes que se suelen repetir en este tipo de artículos... No, la solución de Juanma Moreno, como todos los grandes hallazgos, desde el principio de Arquímedes hasta la condición granular de la luz, es simple y elegante. Ha consistido en aprobar un decretazo ley por el que los bares podrán abrir hasta las tres de la mañana. Y que salga el sol por Antequera, provincia de Málaga.

El problema es que a Juanma se le olvida que encima de esos locales y veladores que van a ser la salvación de Andalucía, su camino hacia un futuro de prosperidad y paz, viven personas en edificios construidos mal y sin aislamiento (cosas de la especulación), que tienen que levantarse a la mañana siguiente a las 07:00 A. M. para trabajar o estudiar; o que sufren una enfermedad en la que el descanso es fundamental; o que, sencillamente, quieren disfrutar de la quietud de una noche de verano sin los gritos de una señora ordinaria o un coplero ebrio que se cree la reencarnación de Chiquetete y ofrece al respetable un surtido variado de gallitos y requiebros rocieros. Porque el noble pueblo andaluz, fina destilación del mestizaje secular, tiene muchas virtudes, pero las de hablar bajo y respetar el descanso ajeno no está entre ellas. Todo esto lo olvida Moreno, o lo que es peor, le pasa el problema a los ayuntamientos, que serán los que tengan que controlar esa minucia que es la "contaminación acústica" (vulgo jaleo). Juanma queda bien ante los bares, y los alcaldes mal ante los vecinos insomnes. Touché y ponme otra.

De mis años más noctívagos (ya idos, ay, como tantas otras cosas) aprendí que a las tres de la mañana no hay nada bueno en la calle. Ese es, precisamente, el encanto de esta franja horaria. La madrugada tiene su aquel siempre que la habiten los crápulas diplomados, que saben moverse en la farra y la dolce vita sin fastidiarles la vida a los demás, en los garitos adecuados. Los aficionados y juglares populares es mejor que se recojan a las 12:00, así se evitan ese desagradable dolor de cabeza y de bolsillo del día siguiente.

Claro que hay que ayudar a los bares, pero existen maneras más eficaces, como cumplir con esa Bajada Masiva de Impuestos (BMI) que prometió Juanma y nunca llegó. El futuro que nos espera es terrorífico: zombis con ojeras de opiómanos, acosados por el fisco y endeudados con nuestro barman de proximidad.

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