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Las empinadas cuestas

amparo / rubiales

Jubilarse

EL más que merecido homenaje tributado al profesor Javier Pérez Royo con motivo de su jubilación forzosa como catedrático de Derecho Constitucional fue un acto realmente brillante por las personas que intervinieron, desde el rector de la Universidad hispalense a Iñaki Gabilondo o Felipe González, pasando por los profesores Manuel Medina, Julián Santamaría o Pedro Cruz, y por el contenido de las diferentes intervenciones que, además de glosar los méritos del homenajeado, plantearon cuestiones importantes; se habló de Constitución, de política, de comunicación, al hilo de la vida del profesor Pérez Royo, modelo de tantos, algunos menos conocidos, que han contribuido a formar a muchas generaciones, que han posibilitado la transformación de esta España en que vivimos, haciendo una sociedad mejor, a pesar de la crisis que padecemos. Sólo hubo un defecto: que no interviniera ninguna mujer, cuando, precisamente, el profesor Pérez Royo cuenta con grandes discípulas.

Sin embargo, lo más mediático fue lo que dijo el homenajeado: "El concepto de jubilación nunca me ha entrado en la cabeza; es anticonstitucional; a lo mejor acabo pleiteando", a lo que Felipe González se sumó, añadiendo: "La jubilación debe ser un derecho, nunca una obligación. Cada vez estoy más convencido de que no se puede malgastar el capital humano por cuestiones burocráticas". Efectivamente, el debate de la jubilación como derecho, pero no como obligación, es poliédrico, con consecuencias económicas y sociales difíciles y variadas, y por eso se aborda poco y se resuelve mal. Son muchos los problemas que plantea, pero convendría hacerlo. Si para alcanzar la condición de funcionario se hacen pruebas, tendría que haber "exámenes" similares que aseveren que, cumplida cierta edad, no se reúnen las condiciones requeridas.

Jurídicamente también es un asunto complejo, que abre muchos frentes, pero tampoco debe ser pretexto para inhibirnos a la hora de estudiarlo. Jubilar, por ejemplo, obligatoriamente, a los médicos al cumplir 65 años no es razonable, porque much@s están en el mejor momento de una madurez profesional que necesitamos. Los muchos problemas del envejecimiento de la población no se pueden resolver sólo con decisiones burocráticas.

Mi enhorabuena al profesor Pérez Royo por esa fecunda vida universitaria, que sólo ha terminado administrativamente; seguirá enseñando desde la universidad y desde las muchas cátedras que se ha ganado a lo largo de su vida.

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