Quince días, sólo quince días después del recital bético en San Siro le llega al Milan la opción de vendetta. Desde aquella noche mágica en Milán, han cambiado las cosas de forma espectacular, ya que en tan poco espacio de tiempo lo ganó todo el equipo rossonero mientras que el verdiblanco sólo festejó un triunfo, el copero de Santander. Ítem más, si esa noche empezó a oler a pólvora la cabeza de Gattuso, hoy se cuestiona a su colega.

Y es que en fútbol se vive tan vertiginosamente que las situaciones cambian en un abrir y cerrar de ojos, porque ¿quién iba a imaginar aquel jueves 25 de octubre que el que hoy vive en un equilibrio inestable iba a ser Setién? El fútbol sólo tiene presente y ese presente dice que en el sugestivo Betis-Milan de esta noche en Heliópolis se juegan ambos la definitiva supremacía de un grupo ciertamente complicado y que, por el momento, pinta estupendo para los de Setién.

Por cierto, no creo que en el Betis se pusiesen objeciones a la firma de tablas. Un triunfo valdría su peso en platino para la tropa verde, blanca y verde, pero un empate sería de todo punto muy bien recibido. Ha dicho Gennaro Gattuso que su equipo, el laureadísimo A.C. Milan, se juega la vida esta noche al final de la Palmera y eso hace que el Betis se vea obligado a afrontar la cita con la guardia a la altura de la vista para que el doloroso ejemplo del domingo no se repita.

Redundando, que es gerundio, volvamos a que sólo el presente da de comer en este hermoso invento que es manipular una esfera con los pies. Ya no cuenta aquella hermosa lección junto al Duomo sino apretar los dientes para que hoy se revalide. Y si Gattuso dice que vienen a jugarse la vida, lo que el Betis se juega es volver a creer en un proyecto que ilusionó al bético como hacía años que no se ilusionaba de tal manera. Por cierto, qué bien estaría Setién si fuese mudo, ¿no?