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Julio Cuesta se lo merece

El nombramiento como pregonero de la Semana Santa de Sevilla le ha llegado con una década de retraso

Por fin le ha tocado. El nombramiento de Julio Cuesta como pregonero de la Semana Santa de Sevilla le ha llegado con una década de retraso. Pero más vale en 2020 que nunca. Su nombre sonó en otras ocasiones. Hubo un año en que los diarios lo daban como seguro el mismo día de la elección por la mañana. Era un candidato canónico, en el sentido de que cumplía todos los requisitos que se consideran positivos para un pregonero. Pero hubo un tiempo en que al Consejo le dio por ser original, y por quemar los nombres de personas respetables sin ton ni son. En las primeras declaraciones de Julio, con mucha sinceridad, reconoció que se ha llevado una sorpresa y que incluso lo dudó. Dudas que se entienden, pero que afortunadamente descartó. Se merecía ser pregonero desde que terminó su labor en el Consejo.

También pudo ser presidente del organismo que coordina a las cofradías y está a su servicio, ese Consejo que a veces ha sido tomado por el pito del sereno de la calle San Gregorio. Julio Cuesta sonó para presidente cuando el Consejo vivió uno de sus momentos más bajos de popularidad. Había sido tesorero en los tiempos de Manolo Román, que se caracterizaron por un refuerzo del prestigio social y de las relaciones con las instituciones. También tuvo repercusión en los ingresos por sillas y palcos. No llegó a presidente porque puso la lista única, sin divisiones, como condición para presentarse. Y eso era imposible. El consenso tampoco se estila ya en las hermandades. Se han contagiado del politiqueo y los egocentrismos.

Para el Pregón también sonaba. Algunos ven a Julio como ese señor que elevó el prestigio de la Fundación Cruzcampo a altas cimas. No sólo eso. Tenía una trayectoria profesional importante, que pasaba por la Expo y por la empresa privada hasta desembocar en la Cruzcampo. En Sevilla lo conoce todo el mundo. Es persona valorada por el alcalde Juan Espadas, que lo nombró Hijo Predilecto y comisario del XXV aniversario de la Expo 92; y por el arzobispo, monseñor Asenjo, que lo incluyó en su círculo de laicos de confianza. Es apreciado no sólo en Sevilla, también en Andalucía, España y la Humanidad, donde ha sido el rostro de Cruzcampo, incluso con mejor resultado que Gambrinus.

Pero, además, tiene buena voz y buenas ideas. Es un gran orador, que escribirá un pregón de categoría y lo dirá muy bien. Está casado con Carmen María Pérez Rivero, que cultiva la poesía y ha publicado libros.

Julio Cuesta es un pregonero tan evidente y merecido que hasta parece raro que por fin lo hayan nombrado.

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