EL más veterano ha conocido las cofradías cuando no existía el Consejo, el misterio de los caballos tenía la cuadra entera y a la Virgen de los Reyes sólo le daban media vuelta a la Catedral. El de enmedio, pura fuerza del carácter, es hombre intrépido, de su tiempo, de retos y de una relación solvente con la autoridad eclesiástica, con la que hasta se enfrentó con éxito jurídicamente. Y el más chico, también de ojos claros, tiene la silueta de monaguillo travieso y risueño. Ayer vimos a las tres generaciones juntas yendo de besamanos en un domingo de cuaresma. Don Otto, Joaquín y Joaquín Carlos Moeckel.
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