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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Justicia y cachondeo

En Sevilla existe el foro Justicia y Caballo. En el Tribunal Supremo podrían organizar uno propio

Todos perdemos cuando los jueces se convierten en protagonistas. Un juez valiente puede ser una perita en dulce, pero un juez con pretensiones de estrella es un problema para la sociedad. De los magistrados deberíamos conocer los apellidos por las sentencias. Por una razón de mera curiosidad. O incluso por la prima fea de la curiosidad: el morbo. En los últimos años conocemos ya demasiados jueces por sus nombres y apellidos. Vivimos (sufrimos) una Justicia no sólo lenta, sino tendente al personalismo. Mala hora cuando el juez pretende ser alguien, obtener notoriedad, orinar en lata. Fuera de los juzgados, uno conocía magistrados hasta hace unos años por su papel activo en las asociaciones profesionales, por sus cargos en entidades de la Iglesia, o incluso por las fotos en colorín de foros muy particulares, como el que tiene un nombre genial: Justicia y Caballo. Defendía Felipe González que era absolutamente contraproducente legislar en caliente, como ocurre con las peticiones de endurecimiento de las penas en caso de asesinatos, violaciones y otros delitos. Si los jueces empiezan a darle al pueblo lo que el pueblo quiere oír estaremos no ante una Justicia defensiva -que ya la hay por miedo a la ideología de género- sino ante una Justicia que pisa la raya del populismo. Y entonces la Justicia flirtea descaradamente con la política y sus modos más que discutibles. La independencia del juez supone estar dispuesto a pagar el precio de tomar decisiones precisamente impopulares. El juez tiene que estar permanentemente dispuesto a resultar antipático. La Justicia no tiene que oír a la calle, sino dedicarse a dictar sentencias fundamentadas en Derecho. No hay más. El papelón del presidente de la Sección Tercera del Supremo a cuenta de las sentencias (¡nada menos que tres!) sobre el impuesto de las hipotecas ha dejado al descubierto eso: unos modos más propios de la política de marketing, de gabinetes que toman una decisión por la noche y la cambian por la mañana, de improvisación... A Díez-Picazo le han metido un gol tres magistrados de su sala. No hay más. El mago ha salido de la lámpara. Y volverlo a meter en ella es imposible. La conclusión es que se ha evidenciado un caos. Los jueces son noticia por sentencias trufadas de populismo y porque entre ellos se ha evidenciado una descoordinación que podría ser indiciaria de presiones externas de poderosas instancias. El 5 de noviembre está citado el pleno de la sala. No podrá haber marcha atrás. Se reunirá el plenario pero no podrán ir más allá de lo que hizo el patriarca de aquella familia escandalizada por el embarazo prematuro de la niña: "A su casa viene". En el Supremo podrían organizar su propio foro: Justicia y cachondeo. Recuerden: la banca nunca pierde. Nosotros pagaremos siempre. Por una vía u otra.

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