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La ciudad y los días

Carlos Colón

Justicia, política e historia

LOS franquistas que fusilaron con o sin falsa cobertura legal, los comunistas y anarquistas que fusilaron en esa guerra dentro de la guerra que tanto debilitó a la República y hasta los etarras con delitos de sangre: cuantos asesinaron entre 1936 y 1976 quedaron liberados de sus culpas legales -otra cosa son las históricas- con la Ley de Amnistía de 1977. Ese acuerdo fue uno de los pilares de la transición pacífica de la dictadura a la democracia. No fue un borrón y cuenta nueva más que en los aspectos penales, ni una imposición del olvido. La Historia no conoce el olvido, y desde entonces hasta hoy -además de repararse los daños que tuvieran reparación- no se ha dejado de investigar y publicar para definir cada vez con mayor precisión documental y rigor metodológico aquellos confusos, contradictorios y oscuros tiempos.

No sólo el acceso a las fuentes franquistas arroja luces nuevas para el establecimiento de los hechos y su interpretación; también otras -como los archivos moscovitas parcialmente abiertos desde 1991, cuyo primer estudio publicado por españoles fue el Queridos camaradas de Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo- han ido iluminando hechos conocidos o desvelando algunos desconocidos, permitiendo nuevas interpretaciones que no pueden ser despachadas como "piomoístas" o revisionistas por quienes, como antes hicieron los franquistas, pretenden imponer desde la posición opuesta una visión maniquea de lo acontecido.

No son los crímenes franquistas el mayor enigma histórico de la Guerra Civil, sino la actuación de los comunistas y otras fuerzas revolucionarias que el propio Azaña situó como tercer peor enemigo de la República, por delante de los rebeldes: "Enumerados por orden de su importancia, de mayor a menor, los enemigos de la República son: la política franco-inglesa; la intervención armada de Italia y Alemania; los desmanes, la indisciplina y los fines subalternos que han menoscabado la reputación de la República y la autoridad del Gobierno; por último, las fuerzas propias de los rebeldes. ¿Dónde estarían ahora los sublevados de julio, si las otras tres causas, singularmente la primera, no hubiesen obrado a su favor?".

La actual polémica suscitada por la iniciativa del juez Garzón, sobre la que comparto lo que ayer se decía en nuestro editorial, distrae de estas realidades pasadas (que la Historia no ignora, pero que el debate mediático y la manipulación política satanizan bajo la acusación de revisionistas) y de otras realidades presentes, como la situación económica. Tal vez por ello los medios progubernamentales le presten tanta atención.

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