JORNADA excepcional para el Sevilla la de este fin de semana; jornada para espantar malos mengues y para soñar despierto. De los de su guerra únicamente ganó el Espanyol, con profusión de tropiezos que engrandecieron su triunfo en Huelva. Y lo hizo cuando las adversidades en forma de ausencias le hicieron viajar con el ceño fruncido y la maleta llena de dudas. Pero ya decía en mi crónica que quien tiene el duro es el único con posibilidades de cambiarlo y el Sevilla cuenta con individualidades sobradas para salir de los atascos más complicados. Y a partir de aquí, loado, muy loado, sea Luis Fabiano, ese orfebre del área.

La jornada salió magnífica para un equipo que está, por tanto, condenado a reencontrarse y junto a la ría puede situarse el kilómetro cero para la remontada. Además, Villarreal, Atlético y Racing no pasaron de las tablas, lo que pone a los de Manolo Jiménez a un paso de la tierra prometida. Jornada completa para el Sevilla y dramática para el Betis, que no cumplió con un a obligación tan ineludible como la de no caer ante rivales directos. Ante un enemigo tan real como el Coruña era de obligado cumplimiento ganar y pecado mortal perder, que ya se sabe de la incidencia que tiene con la puntuación liguera impedir que el rival cante bingo y no se quede en línea.

Por lo demás, el gol de Xavi sobre la campana revitaliza una Liga que parecía un paseo militar para el Realísimo. Gol de vital importancia para el interés del campeonato el del cerebro azulgrana a los navarros. Sirve para que la cabeza se pueda convertir en bicéfala. Seis puntos son muchos puntos así vistos a bote pronto, pero a más distancia estaba el Barça del Madrid el pasado curso, incluso a menos jornadas del final, para que en el Bernabéu se cante ya victoria. Fue una jornada la vigesimosegunda que habrá de recordarse cuando llegue la hora de los balances definitivos. Providencial para el Sevilla y de imprevisibles consecuencias para el Betis.