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Laboratorio de ideas

Vertebrando ideas se podrá hacer frente a un reto que atañe a todos los españoles y, por tanto, a los andaluces

En los laboratorios se experimenta y ensaya aquello que puede, un día u otro, necesitarse. Con las ideas nuevas sucede otro tanto: hay que tenerlas pensadas y analizadas para cuando se requieran. Y en Andalucía es previsible que hagan falta pronto, pero cabe temer que apenas existan laboratorios de este tipo. Contamos ahora con un Gobierno que no se ha precipitado y sobrevive en medio de una calma apacible, retenida. Aunque la opinión pública espera que, en los despachos, estén incubándose propuestas que justifiquen el cambio. Quizás se acepta esta vía sin estridencias, porque en el resto del país predominan demasiadas voces y gesticulaciones. Pero también existe el peligro de caer en un silencio anodino. Y hay que prever que -sea cual sea la configuración del nuevo Gobierno- Andalucía, como región, se verá obligada pronto a opinar y tomar partido. Cualquiera que sean los colores que gobiernen en la Moncloa los problemas territoriales van a incidir frontalmente en todos los campos, sin posibilidad de escape.

Y entonces resultará necesario tener bien provisto ese laboratorio de ideas que dé respuesta a cada uno de los distintos desafíos que pugnarán en la corte. Como ya se ha palpado en los últimos meses, los pactos, transacciones y arreglos, entre los distintos partidos, tendrán su parte oscura, cuya trascendencia posterior no es fácil de prever. Conceptos comodines y elásticos como federalismo, reconocimiento de derechos históricos y singularidades, encajes, corredores, compensaciones y acomodos, esconden sinuosas soluciones-trampas inmediatas que enmascaran posteriores privilegios y prebendas para acallar a unos y otros. Y ahí, la opinión política y pública de estas tierras tendrá mucho que decir. No para reclamar ningún privilegio, sino para impedir que se consoliden otros.

Para enfrentarse entonces a esos debates con las ideas y razones necesarias, a las voces políticas andaluzas no les será suficiente con unos cuantos apuntes tomados al vuelo. Necesitarán detrás el empuje de una opinión pública bien surtida de argumentos pensados y trabajados. Y esas manifestaciones de la sociedad civil sólo cobrarán cuerpo a partir de un vibrante laboratorio de ideas: que relacione, coordine y estimule a los muchos centros, observatorios, fundaciones y departamentos universitarios que ya cuentan con un rico material pero producen aislados. Articularlos debe ser empeño primordial de nuestras instituciones públicas y privadas. Vertebrando esas ideas -ya dispuestas pero sin trabar- se podrá hacer frente a un reto que atañe a todos los españoles y, por tanto, a los andaluces.

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