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La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Ladra Rufián, gana Sánchez

El portavoz de ERC llevará al ridículo su papel de perro ladrador que sermonea y amenaza, pero nunca muerde

La ruptura del gobierno independentista de Cataluña ha sido una jugada perfecta. Perfecta para Pedro Sánchez: libera a la Generalitat de la presencia desestabilizadora de Junts -o sea, de las manos sucias de Borrás y las manos fugitivas de Puigdemont- y deja a su presidente, Pere Aragonès, a los pies de los socialistas catalanes. Sin Illa no habrá presupuestos para 2023. Su precio está tasado. Para que el PSC dé el visto bueno a las cuentas de la Generalitat, el partido de Aragonès (ERC) tendrá que hacer lo mismo con las cuentas del Gobierno de PSOE y Podemos. Un trueque, que se llama.

La paradoja es que esta situación tan favorable para Sánchez, que va a sacar adelante sus terceros presupuestos y a agotar la legislatura, la ha provocado enteramente Junts per Catalunya, un partido muy beligerante con el sanchismo, de dudosas convicciones democráticas y ardiente defensor de la independencia unilateral y por las bravas, esas dos imposibles utopías. Salir del Govern lo decidieron unas bases previamente radicalizadas y sin cargos públicos, en contra de buena parte de sus líderes, sobre todo de los que ya estaban colocados en el Palau y sus alrededores y pretendían continuar en la mamela.

La papeleta es para Gabriel Rufián, condenado a llevar hasta el ridículo su papel de perro ladrador, que sermonea, amenaza y sentencia, pero a la hora de la verdad nunca muerde. Esta misma semana advirtió sobre el proyecto de Presupuestos del Estado: "El Gobierno tendrá que sudar nuestro apoyo". Uy, qué miedo. Quien va a sudar es él tratando de explicar que votará a favor una vez más y que en esta ocasión ni siquiera recibirá a cambio las contraprestaciones de años anteriores (no al castellano como lengua vehicular en la enseñanza catalana, cuotas en la ley audiovisual, compromiso incumplido de reformar el delito de sedición). Bastará una orden de Pedro Sánchez a Salvador Illa para que el portavoz de ERC se amanse.

Reconozcamos, una vez más, la inteligencia y astucia del presidente del Gobierno. Arrostró la enorme impopularidad del indulto a los secesionistas presos, sí, pero a cambio de domesticar al partido mayoritario en ese sector ideológico (ERC), metiéndolo en una mesa de diálogo que no se reúne casi nunca y que cuando se reúne no habla ni de la amnistía ni de la autodeterminación. Ahora el otro partido independentista (Junts) le hace el favor de salirse del juego y facilitar su continuidad.

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