Cuando la confrontación entra por la puerta, el análisis riguroso sale por la ventana. La política andaluza ya está metida en ese fango de reproches entre el Gobierno de San Telmo y el inquilino en precario de la Moncloa. La música nos suena demasiado. Tócala otra vez, Elías. El pimpampún no ha hecho más que empezar. Los chicos de Bendodo quieren estar ocho años al frente de la Junta. Ocho años para consolidar el cambio después de un período de 37 años de color rojo socialista. Parece razonable que aspiren a dos mandatos, el tiempo necesario para ahormar un gigantesco aparato como la Junta demasiado escorado hacia la izquierda. El PP necesita para eso que Susana Díaz se mantenga políticamente viva y en el puesto actual cuanto más tiempo mejor. ¡Larga vida a Susana! Y, en segundo lugar, seguir arremetiendo contra su posible sustituta, la ministra María Jesús Montero, imputándole la culpa del plan de ajuste que impide a Andalucía acudir a colocar deuda a los mercados financieros, una opción "apetitosa", según ha reconocido el consejero de Hacienda, Juan Bravo. La jugada es perfecta. Las dos señoras del PSOE comprometidas en un solo caso, conveniente y hábilmente agrandado por la maquinaria de San Telmo. Pero el consejero Rogelio Velasco, ese hombre que te recuerda cada dos minutos que sabe pronunciar un inglés perfecto y que ha estado en el extranjero no sé cuántas veces, ha dicho que Andalucía no está intervenida. ¡Avisen rápidamente a Bendodo porque Rogelio se nos escapa de la estrategia! Debe ser la primera vez que el Gobierno de coalición no comparte el mismo discurso. Ay, Rogelio, pon el GPS que por ahí no es, por ahí no es... Que así no se hace política y que encima tu partido, Ciudadanos, va directo al precipicio, es una marca herida, un paciente en observación y sometido a cuidados intensivos. A Rogelio le van a dar un tirón de orejas, un pescozón, le van a meter un parte, como se decía en tiempos. Todo el PP maniobrando para que Susana se quede en Andalucía todo el tiempo posible, toda la maquinaria de comunicación institucional repitiendo el vocablo ERE, todas las flechas apuntando a la Montero para que, como de costumbre, el enemigo esté en casa. Un Gobierno estable, unos presupuestos aprobados, un partido como Vox en su versión más institucional. ¡Y el consejero de Economía se sale del guión! Alguien en el palacio de San Telmo ha bramado aquello de "¡marditos roedores!", pero en versión "¡marditos independientes!". Lo de Rogelio ha debido ser una mala siesta. O la falta de ella. Nada más.