La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Lección para desalmados

Buena lección: insertar a los que hacen el payaso en el Memorial del Holocausto en fotos de los campos de exterminio

El Memorial del Holocausto de Berlín es, en mi opinión, una de esas obras que pueden significar cualquier cosa si no te dicen antes su significado, un ejemplo del mal arte contemporáneo cuyo valor y significado depende tanto del texto que lo justifica y explica como el lactante de su madre. Lo mismo podría evocar el Holocausto que cualquier otra cosa. Nadie tiene que "explicar" el galo moribundo, los fusilamientos del tres de mayo de Goya o los burgueses de Calais de Rodin, por citar tres grandes obras que honran a las víctimas.

Desdichadamente la propia naturaleza de este monumento que nada significa si no se explica -2.711 bloques de hormigón de diferentes alturas-, la poca educación y ninguna sensibilidad de muchos de sus visitantes y la gilipollez global que nos ahoga ha provocado que haya quien se fotografíe bailando sobre los bloques, saltando de uno a otro -titulando en las redes la foto "saltando sobre judíos muertos"-, haciendo el pino, posando en actitudes grotescas, escalando los cubos o haciendo cualquier otra payasada.

Indignado, el artista israelí Shahak Shapira ha hecho algo tan directo como efectivo: insertar las imágenes de estos imbéciles que no tienen ni puñetera idea de lo que se recuerda allí -o, peor, que la tienen y les importa un comino- en fotografías de los campos de exterminio. Así la niñata baila sobre cadáveres, los gamberros que decían saltar sobre judíos muertos lo hacen realmente porque los ha colocado sobre una montaña de muertos esqueléticos, el nota que posa burlonamente es puesto ante camastros de los que asoman esqueletos vivientes, las fulanas que hacen el payaso subidas en dos bloques de hormigón del monumento aparecen en una fosa llena de cadáveres, la que hace el pino es puesta a hacerlo en una habitación repleta de muertos…

Y mira por donde lo que ha indignado a muchos no es que los descerebrados y desalmados no respeten lo que allí se recuerda, sino la inteligente y eficaz denuncia del artista israelí, nieto de un superviviente de Treblinka y él mismo víctima de unos neonazis que hace un año le dieron una paliza en el metro de Berlín. Su intención, ha dicho, es hacer pensar y reivindicar la memoria. Lo ha logrado. Y tal vez por eso haya sido atacado. El famoso "lejos de nosotros la peligrosa novedad de discurrir (pensar)" con el que unos pelotas de la Universidad de Cervera obsequiaron a Fernando VII se ha hecho lema global.

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