¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La Ley Montero (o algo así)

De todo esto me quedo con lo escrito por '@Besadmelamano': "Llegar a casa sola y borracha. Vaya fracaso de noche"

El deseo del Gobierno y el de sus medios afines era que la coyunda progresista funcionase gracias a los altos ideales que la sustentan: la plurinacionalidad, la eutanasia y todo eso. Sin embargo, esta semana ha quedado en evidencia que las dificultades van a ser muchas. Incluso que la legislatura puede ser más corta de lo que algunos optimistas han vaticinado. Pocas veces se ve al vicepresidente de un Gobierno llamar a sus compañeros del Consejo de Ministros "machistas frustrados", pero ha ocurrido con motivo de las objeciones técnicas que el Ministerio de Justicia ha puesto a la muy chapucera Ley de Libertad Sexual, que pretende ser la brillante puesta de largo de Irene Montero como ministra de Igualdad. Con su mejor verbo niñato y asambleario, Pablo Iglesias salió a defender a su señora y soltó una bomba de malestar en el Ejecutivo. La Ley Montero (por llamarla de alguna manera) es más carne de Twitter que de BOE, un grito pegado a la pared, una consigna de feminista de garrafa en los prolegómenos del 8-M. Los mismos que dicen que "no hay que judicializar" los intentos de golpe de estado en Cataluña quieren meter en el trullo (aunque sea domiciliario) a esos tristes donjuanes callejeros, la flor de la albañilería, que aún practican el requiebro amoroso en sus distintas versiones cursi-ripiosa o burra-jocosa. De fondo, el enfrentamiento entre la sección femenina del PSOE, comandada por las camisas viejas de Carmen Calvo, que todavía no han digerido que Sánchez le entregase las políticas de igualdad al feminismo gritón de las walkirias podemitas. Sánchez, en sus ansias de renovar en la Moncloa, no ha comprendido que las dos grandes banderas de la izquierda en estos albores del XXI son el feminismo y el ecologismo. Perderlas es una temeridad. En fin, que de todo nos quedamos con lo escrito por @Besadmelamano: "Llegar a casa sola y borracha. Vaya fracaso de noche."

Pero no todo es sexo en la vida y el malestar entre los dos socios de Gobierno se ha manifestado también en las enmiendas que Podemos va a presentar a la ley-venganza de la ministra Celáa (sobre educación y esas minucias) o en la gestión de la crisis del coronavirus. A estas alturas, Pedro Sánchez ha debido despedirse ya de dormir a pierna suelta. Su viejo temor del insomnio se ha cumplido, como una autoprofecía faraónica o maya. El chinche Iglesias le va a dar muy malas noches.

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