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La ciudad y los días

Carlos Colón

Libertades secuestradas

EN un histórico discurso ante el Congreso estadounidense, el 6 de enero de 1941, Roosevelt enumeró las cuatro libertades en aquellos días amenazadas por el nazi-fascismo: libertad de expresión, libertad de credo, libertad de vivir sin penurias económicas y libertad de vivir sin miedo. En un trozo de España de estas cuatro libertades, dos no se disfrutan. La libertad de credo y la de vivir sin penurias no son allí un problema. Es más, en lo que a lo material se refiere se vive mucho mejor que en otras regiones españolas. En parte gracias a su carácter emprendedor y en parte, también, al continuo chantaje al que por pasiva, para tenerlos contentos, o por activa, para evitar males mayores ("unos sacuden el árbol, otros recogen las nueces", dijo uno de sus más representativos políticos nacionalistas), someten a un Estado que a veces da la sensación de respetar sólo a quien teme.

En cambio el grado de cumplimiento de las otras dos libertades, la de expresión y la de vivir sin miedo, es tan bajo que no parece que se trate de un trozo del mismo país que desde hace treinta años disfruta de los bienes de la democracia. Y quien sabe si la restricción de estas libertades no acabará afectando a las otras dos. ¿Cómo debe comportarse un cristiano ante el asesinato, el chantaje, la coacción, el fanatismo nacionalista y la persecución o discriminación de sus conciudadanos? ¿Cuánto tiempo podrán resistir las estructuras económicas sin resentirse? Estamos hablando del País Vasco, evidentemente, y del atentado de ayer contra El Correo.

Hace muchos años que personalidades como Fernando Savater vienen avisando de que los planes del lehendakari son "una majadería delirante, una payasada innoble", que nadie tomaría en serio "si no estuviera ETA detrás", y de que Ibarretxe intenta convertir Euskadi en "una nueva Yugoslavia". Ayer, comentando el atentado contra El Correo, Savater dijo: "Todo el que trata de decir la verdad es enemigo de ETA y, probablemente, del nacionalismo radical … A los etarras les perjudica todo lo que sea noticias, discurso, comentarios que expliquen la realidad… El país que ellos quieren es un país sin libertad de expresión, en el cual la verdad esté dictada por los que manden, ETA, Batasuna y compañía".

Es desmoralizador constatar que nada ha cambiado entre sus primeras declaraciones y las de ayer, pese a que unas sean de septiembre de 2002 y las otras de junio de 2008. Seis años median entre ellas, y el horizonte sigue siendo de asesinatos, bombas, referéndum anticonstitucional y complicidad entre el nacionalismo supuestamente moderado y el radical.

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