Siete puntos de diferencia logrados tras haber jugado un partido menos que su rival de esta tarde. Diferencia considerable la que separa a Sevilla y Celta con vistas a una cita que parece vital para cumplir los objetivos previstos. Demasiado tiempo sin competir por culpa del enésimo parón y que tanto altera el día a día de la competición. Una competición que ya registra otros dos aplazamientos más por culpa de un calendario demoníaco.

Va el Sevilla a la cita de Balaídos con dos bajas sustanciales, las de Diego Carlos y Koundé, dos de las patas del trípode que sostiene a la tropa de Lopetegui junto a Fernando. Aquella niñería del brasileño en Los Cármenes ha provocado que la cita de esta tarde junto al Lagares haya de cumplimentarla el Sevilla sin el concurso del cíclope brasileño. También los locales lamentan una ausencia de mucho peso, la del peruano Renato Tapia, el contrafuerte en que se asienta la tropa de Coudet.

Y se encuentra el equipo sevillista con uno de esos partidos en los que no todo el peso de la motivación hay que depositarlo en él. El hecho de que en setentaidós horas aguarde un viaje de Champions hace que esto de Balaídos se juegue con un ojo en pista gallega y el otro en Lille. Y es que las veleidades mostradas en el arranque del primer torneo internacional obligan a que el miércoles en la localidad francesa no quepan más debilidades, conque a ver dónde el acento.

Claro que es moneda de uso común en el mundo del fútbol que lo primero es lo primero y que ese partido a partido que constituye la filosofía de fútbol de todo entrenador dice que nada más importante en el universo sevillista que lo de esta tarde en Balaídos. Son siete puntos la distancia entrambos, pero eso no debe mover a ningún tipo de confianza. El equipo que se mueve a la voz de Iago Aspas no es un cualquiera, por lo que bien pueden esperar Lille y sus circunstancias.