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José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Limitaciones

Hoy lo que menos importa en Málaga es si Francisco de la Torre es del PP y en Bilbao si Iñaki Azkuna fue del PNV

El alcalde Juan Espadas ha comenzado su segundo mandato como terminó el primero: haciendo gala de moderación y sentido común. Lo ha hecho en las últimas semanas a pesar de los ataques que se le han dirigido desde la Junta de Andalucía y desde el PP por la falta de control sobre la empresa responsable del brote de listeriosis. También cuando ha estallado en la ciudad la polémica sobre la falta de limpieza, un auténtico punto negro -nunca mejor dicho- en la gestión municipal y en la que más allá de motivaciones políticas o los intereses de los trabajadores de Lipasam hay una auténtica preocupación ciudadana, detectable por poco que se pisen las calles. Espadas lo sabe y es consciente de que ahí tiene uno de los retos de los próximos cuatro años. Cuatro años que, según se encarga de recordar a la mínima que puede, serán los últimos de su paso por el Ayuntamiento.

Y no duden que lo serán. Espadas es una persona que hace honor a sus compromisos y si se ha autoimpuesto esta limitación, la cumplirá escrupulosamente a no ser que cambien mucho las cosas en los próximos años. Es una medida que se ha colocado, sin que nadie explique muy bien por qué, en el discurso de la regeneración democrática y que si bien puede tener algún sentido en la política nacional lo pierde en la local, donde las personas se hacen más importantes que las siglas. En la política municipal, más allá de la gestión del día a día hay que poner en marcha un diseño capaz de transformar profundamente la vida de la ciudad. Hoy sería pertinente preguntarse si a Málaga le hubiera ido mejor si Francisco de la Torre hubiese abandonado su responsabilidad al final del segundo mandato. O si Bilbao hubiese sufrido la misma transformación, en la que pasó de ser una ciudad gris y triste a una de las capitales más atractivas de España, si su histórico alcalde Iñaki Azkuna no hubiese estado casi 15 años en el cargo. Hoy lo que menos importa en Málaga es si de la Torre es del PP o si Azkuna perteneció al Partido Nacionalista Vasco.

La política local es otra cosa y ahí reside precisamente su grandeza y su dificultad. Y tiene además otra característica: la personalidad del alcalde marca poderosamente la gestión. Juan Espadas lo entendió en su primer mandato. En sus cuatro primeros años en la Plaza Nueva empezó a diseñar, sin falsas expectativas y sin estridencias, una Sevilla del futuro que merece la pena tener en cuenta. No sé si lo mejor para el alcalde es limitarse su tiempo de permanencia en el cargo cuando todavía le queda tanto por hacer. Y dudo mucho que al final Sevilla salga ganando.

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