LLEGA la Copa y con ella la oportunidad de experimentar, de ver cómo anda Fulano y si es recuperable Mengano. Así es desde que el fútbol existe más la posibilidad de que la primera ronda llegue con una celada bajo el brazo. No parece que vaya a ser así en el caso del Sevilla, ya que el renacido Logroñés, aun yendo bien clasificado, no pasa de ser un Segunda B, lo que no ocurre con el rival del Betis, que ambos andaban de la mano hace nada.

En la Copa pueden sacarse conclusiones más o menos decisivas, pero hay que andarse con cuidado, que el cementerio copero está lleno de ilustres cadáveres que vendieron la piel del oso antres de abatirlo. En Copa se podría ver si, por ejemplo, Reyes sigue perteneciendo a la élite o no, a la par que bien podrían en el Betis probar a ver si ese joven talento que fue Vadillo es carne de cañón o futbolista aprovechable en un equipo donde la velocidad no es la mejor cualidad.

En el Sevilla pueden abundar las probaturas en beneficio de unas musculaturas muy resentidas por un calendario infernal. La entidad del rival permite alinear incluso a todos los del filial que permita la reglamentación vigente. Este Logroñés surgido de las cenizas del que comandaba el dúo Marcos Eguizábal-David Vidal nada tiene que ver con aquél. Es tercero, pero en Segunda B, por lo que no son de esperar sorpresas tan desagradables como repetidas a través del tiempo.

Y por Heliópolis comparece ese Sporting al que se le alegrarán las pajarillas no más holle el lugar donde vivió su reciente y milagroso ascenso a Primera. Y en este Sporting se ve absolutamente natural que reserve efectivos porque sus números ligueros así lo aconsejan. La Copa, esa competición tan apetecible para las clases medias de nuestro fútbol, es el único título asequible para los que la Liga se antoja imposible, por lo que bien están los experimentos, sí, pero con cuidado.