REAPARECE el Sevilla ante los suyos después del gran sofocón, después de desperdiciar la última bola de título que le deparaba el curso. Lo de Bilbao ha dejado al sevillismo con la mirada perdida y no sería bueno que al equipo le pasase lo mismo. Lo de Bilbao ya no tiene solución y ya se sabe que los problemas sin solución dejaron de ser problema en ese mismo momento en que se convirtió en algo imposible. San Mamés, lo advertíamos, no jugaba pero hay que tener cuidado con él y ahora toca pasar página y dedicarse por entero a que esa tercera plaza liguera que tan bien parece estar asida no se escape de ninguna manera.

Llega el Almería y conviene recordar que este equipo fue el que originó la mayor sorpresa del pasado curso en Nervión. Era el de Unai Emery y ahora es de Hugo Sánchez, el manito que convertía en gol casi todo lo que le llegaba. Ahora en el oriente andaluz está reviviendo éxitos, pues el equipo mejoró de forma ostensible a partir de aquella visita del Betis que significó el debut de Hugo como entrenador de una Liga en la que él triunfó de forma contundente. Era una fiera en el campo, egoísta dentro de una competitividad fuera de toda duda y parece que aquella práctica ha derivado a una teoría en que los fundamentos son similares.

Pero, bueno, el Almería no debería ser obstáculo para este Sevilla que necesita por vía de urgencia un quite con el que hacerse perdonar su batacazo del miércoles en el Bocho. No puede ser que un equipo de la entereza del sevillista repita la imagen pusilánime y timorata con que desperdició el último cartucho para un título. El equipo de Jiménez tiene entre ceja y ceja esa tercera plaza en la que lleva todo el ejercicio y afianzarse en ella pasa por derrotar al Almería. Al Almería de Hugo Sánchez, que es el que llega antes, y también mirar al futuro con el optimismo que nace de la solvencia indudable que acompaña a este equipo tan poco dado a la espantá.