HASTA que den las doce de la noche y la Cenicienta abandone el baile con un zapato menos será San Martín. Dice el sabio refranero que a cada cerdo le llega su San Martín, como sentencia fidedigna de que el tiempo pone a cada uno en su sitio. En este tiempo que sufrimos bien debiéramos esperar a ese día de San Martín en que se coloque en su sitio al cerdo que ha puesto a España en la triste encrucijada que vive. Tras la farsa catalana del domingo vemos cómo el cinismo fluye en esa clase política que pide un San Martín a gritos. Visto lo visto en el nefando 9-N que parieron Mas y Junqueras, de todo el simulacro me quedo con ese anciano votando entre lágrimas en la creencia de que su voto valía para hacer realidad su sueño. Como hay que reparar en la interpretación de la clase política interpretando victoria en lo que sólo fue farsa. ¿Para cuándo un San Martín?
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