Desde las seis menos seis minutos de ayer es verano en el hemisferio norte y aunque ha entrado con los mercurios atemperados, las previsiones son para echarse a temblar... de calor. Más caluroso que el pasado estío es lo que aventuran los expertos en la cosa, pero ahí no acaba la amenaza, pues las calores vienen acompañadas de una sequía temible. Desde aquella tarde de Jueves Santo de los chuzos de punta y de nazarenos andando sobre las aguas de esta Sevilla lacustre en cuanto caen cuatro gotas no llueve en esta tierra de garbanzos. Dos meses largos sin llover predicen un largo y cálido verano y es que ni siquiera hubo que suspender una sola corrida en San Isidro, conque pongámonos en lo peor. Ya mismo vamos a ver las entrañas de esos pantanos que anegaron pueblos, a no ser que las predicciones sean infundadas y el hombre del tiempo yerre. Ojalá.
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