Visto y Oído

Francicsco / andrés / gallardo

Lobato

FUE muy elegante, ejemplar, cuando se marchó de Telecinco en dirección a La Sexta, un fichaje en aquellos tiempos de enemistad canina entre ambas cadenas. La recién llegada, con talonario generoso, le birló los derechos de la Fórmula 1 a Mediaset. Al cabo de los años el tiempo le dio la razón a Telecinco y también a Lobato, prudente y elegante en todo momento hacia la empresa que encontró un filón en aquel piloto descarado y en la voz que narraba sus glorias. El comentarista de Fernando Alonso prefirió en esta temporada ser sufridor en casa y dejarse de aviones para estar a pie del asfalto. Los problemas de salud de su esposa llevaron al periodista asturiano a parar y optar por lo prioritario, que además era urgente. Este domingo lloraba en lo que parece ser su última carrera, su última crónica en directo. El fiasco de Alonso barrunta que lo de Lobato no es postureo para dejarse querer por quien ostenta los derechos de las carreras, es decir, Movistar. La Fórmula 1 hace ya años que dejó de ser interesante para el público medio, ese "octavo prime time", esos siete, ocho, diez millones de espectadores que eran expertos en neumáticos y motores y comían tostadas mientras seguían los tormentones en Suzuka.

Durante el último lustro Lobato defendió más de la cuenta a su paisano y lo justificó muchas veces cuando era difícil justificarle. Exhalaba emoción cuando no la había, exaltaba pasión cuando los adelantamientos dejaron de sobrecoger, cuando comprobamos las distintas velocidades técnicas que cada vez separan más a las escuderías en las clasificaciones.

La trayectoria reciente de Alonso es frustrante, sin remisión a corto plazo, cuando los recambios aún necesitan de madurez para jalear nuevas emociones a un espectador español que ha perdido la fe en un deporte más bien antipático y previsible. Lobato fue su divulgador, su animador, pero ya no podía esconder la realidad. Le añoraremos por los viejos tiempos pero no por estas temporadas recientes de bostezos, desencantos y lamentos.

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