Matacanónigos tiene la fama y Don Remondo carda la lana. Es lo que podría deducirse del frío que suele hacer en ambos puntos cardinales del Palacio Arzobispal. Matacanónigos se pone como ejemplo, que hasta en el ferragosto registra un microclima que le convierte en el oasis de un desierto como el sevillano. Pero desde hace veinticinco años, en Don Remondo hace un frío que se te mete en los tuétanos sea la época del año que toque, da igual que da lo mismo. Situada en la cara oriental de Palacio es sombría, lóbrega y con carácter de camposanto desde aquella maldita noche del asesinato de un matrimonio joven que iban al encuentro de sus hijos. Y esta tarde en Don Remondo se repetirá el ritual que rememora aquella infamia, estaremos los de siempre y habrá tácitos abrazos en la amargura de no poder olvidar la canallada de gente que ahora manda.