La ventana

Luis Carlos Peris

Lógico el desconsuelo del dios de la lluvia

LLORA, llora y no deja de llorar el dios de la lluvia sobre la vieja Iberia en general y sobre la maltratada Sevilla en particular. ¿Y por qué el dios de la lluvia llora como llora? Pues vaya usted a saber por cuál de las muchas razones que tiene lo hace en estos días de negruras, de malas noticias y de desesperanza por proyectos que tanto nos ilusionaron y que se han ido por los desagües de la vida. Desagües que van tragándose a diario ilusiones de profesionales de todo el abanico social mientras la macabra lista de parados se engrosa con arquitectos, ingenieros, administrativos, periodistas, albañiles, fontaneros, que así de variopintas son las colas donde habita el desencanto. Estamos en noviembre, el sol no sale ni por equivocación y el dios de la lluvia sigue derramando lágrimas sobre el manto de luto con que se cubre la vieja Iberia en general y la maltratada Sevilla en particular, que hay que ver cuánto luto hay en el horizonte.

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