Posiblemente, el día que más satisfecho he visto a Lorenzo Serra desde que volvió al Betis para contribuir decisivamente en esa regeneración que capitanea la dupla Haro&Catalán haya sido ayer. Exultante en la presentación de Carvalho y Canales, alegre por contar con Inui y piropeando la decisión de Pau López de preferir fichar por el Betis en vez de por otros, ayer, en la confirmación de que Loren seguirá de bético estaba radiante.

Y todo porque es consciente de que el hecho de que el marbellí no haya escuchado oferta alguna desde que supo del interés del Betis por él debe tener un efecto positivo en la cantera. La apuesta del club por los canteranos se ha demostrado que no es postureo y eso hace que suba el interés de esos chavales por prosperar y desear con todas sus fuerzas lucir en el pecho el escudo de las trece barras, que, por cierto, es el objeto que tiene dicho número de barras y no la camiseta.

Pero la satisfacción que se reflejaba en el gesto de Lorenzo tenía su causa principal en que esa predisposición de Loren de no escuchar cantos de sirena le compensaba de alguna manera anteriores actitudes. Aunque no son comparables las posturas adoptadas por Ceballos y Fabián, lo cierto es que el Betis no ha podido disfrutarlos lo que hubiese querido. En ambos casos, en uno más que en otro, el chamán balear llegó a pensar que sería posible un añito más, pero no fue así.

El buen trato a los canteranos también es rentable y de ahí el contento de un Serra que está haciendo una labor encomiable a pesar de las piedras que encuentra en el escabroso camino de las contrataciones. Piedras tan inesperadas como incomprensibles, pero que va solventando a base de trabajo, sobre todo de mucho trabajo y de una constancia ilimitada, dos cualidades que indudablemente adornan a nuestro personaje. Qué tiempo perdido con aquella tardanza en volver.