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Macarena, Juguete roto

Olona va desnortada por la piel de toro, mientras Giorgia Meloni está a punto de convertirse en primera ministra

El paracaidismo es un deporte de riesgo y el paracaidismo político, una práctica arriesgadísima. Ir a un sitio disfrazado con indumentaria del folklore local, sin tener ni idea de lo que allí pasa, cómo piensan los ciudadanos o qué necesitan, es una invitación al fracaso. Macarena Olona, la gran esperanza de la extrema derecha española, a la que su amiga Giorgia Meloni abrazó y piropeó en un incendiario mitin en Marbella el 12 de junio, puede convertirse en un juguete roto. Defraudó en las elecciones andaluzas de junio; generó tanta inquietud que provocó una riada de votos hacia el PP, para que Moreno no tuviese que pactar con ella. Después dimitió y dejó la política. Acto seguido peregrinó a Santiago de Compostela. A continuación, amagó con volver a su antiguo partido, donde le han dado un portazo.

Y ahora, degenerando en el show business del populismo, Olona anda en compañía de Mario Conde, condenado a 20 años de prisión por estafa y apropiación indebida en Banesto, que ha hecho ya dos intentos antisistema de hacer carrera política que terminaron en fiasco. La nueva pareja artística debuta en Sevilla el lunes, en los salones de un hotel de cinco estrellas.

A Olona la han despedido sin honores de un Vox en horas bajas, por imitar al capitán Renault de Casablanca. Se ha dado cuenta ahora que el de Abascal (Santi para ella) es un partido excluyente en el que no hay democracia interna y trata a la gente sin respeto. Parece restablecida de la enfermedad que motivó su espantada del Parlamento andaluz, tras de sacar 14 diputados prescindibles para la mayoría popular. De lo que no se ha recuperado es del ridículo que hizo en la campaña, parodiando lo que creía que era una mujer andaluza. Quiso ser la morena de Julio Romero de Torres o la Carmen de Próspero Mérimée. Y se quedó en el tópico, ajena a la realidad de Andalucía, al sentido de la medida de las cosas y al respeto a sus adversarios. Sin su histriónica campaña es posible que el PP no hubiese conseguido un resultado tan amplio.

Como el destino es caprichoso, de las dos amigas que se juraron admiración en Marbella, la una anda desnortada por la piel de toro y la otra está a punto de convertirse en la primera mujer primera ministra en la bota de Italia. La guerra de los fratelli contra "los lobbies LGTB, la violencia islamista, la inmigración masiva, los grandes financieros internacionales, los burócratas de Bruselas y quienes quieren destruir nuestra civilización" tenía mucho más público allí.

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