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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

crónica personal

Pilar Cernuda

Mal dadas

PREGUNTÓ Gloria Lomana a Mariano Rajoy si tenía ganas de ser presidente de Gobierno con la que estaba cayendo y con lo que va a caer, aunque se lo preguntó con otras palabras. El hoy líder de la oposición que aspira a ganas las elecciones respondió que sí, que quería gobernar, aunque era consciente de las dificultades, consciente de que estaría obligado a tomar medidas muy duras para todos los españoles, pero medidas inevitables, y consciente de que no podía poner fecha al día en que se podrían ver los primeros síntomas de cambio en lo económico y en la creación de empleo. Recordó que cuando Aznar ganó en el 96 la situación era de gravedad extrema y que sin embargo se salió adelante, y que por ahí fuera decían que se había producido "el milagro español", que él estaba decidido a repetir.

Es decir, Rajoy está dispuesto a gobernar con las mimbres que tendrá a su disposición, que no son muchas ni fuertes, pero cree que se puede salir. Rubalcaba también quiere gobernar y piensa que su proyecto es viable, aunque su rémora se llama Zapatero, presidente de un gobierno en el que Rubalcaba tuvo papel destacado y que no supo en siete años y medio tomar las medidas adecuadas para impedir que nos fuéramos al hoyo y, una vez dentro, lograr que saliéramos de él.

Rajoy, el previsible futuro presidente, tiene esperanzas y empeño, pero como la Armada Invencible no ha ido a luchar contra los elementos. Si bastantes problemas tiene ya una España con cinco millones de parados y un plan de ajuste pendiendo sobre nuestras cabezas como una espada de Damocles, la Unión Europea se desayuna el jueves enviando un recadito a los españoles: el recorte importante de las previsiones de crecimiento y el dato de que al menos hasta el 2013 no se producirán noticias positivas en el campo de la economía y el empleo.

En la mano de Rajoy, si efectivamente gobierna, está el echar por tierra las expectativas europeas, y en ese sentido quizá tendría que recordar a los posibles electores en estos días de campaña que cuando Aznar llegó a la presidencia nadie en Bruselas pensaba que iba a cumplir los requisitos para entrar en el euro en la primera hornada, que España entraría en la segunda oportunidad. Aznar nos apretó el cinturón casi hasta ahogarnos, pero fuimos miembros del eurogrupo a la primera y a partir de ese reto cumplido todo fue a mejor.

Las noticias no son buenas y sería una irresponsabilidad no tener en cuenta las previsiones europeas, pero frente al pesimismo de Bruselas se ha producido una noticia que representa la otra cara de la moneda: Sarkozy y Merkel pretenden crear un núcleo en la Unión del que formen parte los países solventes, países en los que se pueda confiar aunque sus cuentas estén hoy bajo mínimos. Y entre los países de ese núcleo dicen que debe estar España.

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