RELOJ DE SOL

Joaquín Pérez-Azaústre

Mamma Mía!

HOY, el 1 de septiembre, hace falta un antídoto para la desolación. Hoy empieza todo, más vivo y más siniestro, más lascivo y más rítmico, más cansado y más esperanzador, también. Hace falta alegría, y es por eso que ahora, justo cuando amanece el 1 de septiembre, la vuelta a todo, nuestro regreso a todo, es el mejor momento para ir al cine a ver el maravilloso musical Mamma Mía! y cargarnos las venas, los ojos de entusiasmo, de un lirismo vivo y torrencial que nos sacude el cuerpo y lo restaura, que lo vuelve a su estado primigenio de predisposición hacia la música como poética vital.

Cualquiera podría presuponer que Mamma Mía! es sólo un musical, una cierta ocasión para el revival a partir de las canciones de Abba, una suerte extraña de pastiche que, con mucho, gustará a los nostálgicos del grupo, que al parecer son legión. Sin embargo, Mamma Mía! es una verdadera buena película, especialmente, porque tiene un muy buen guión, una excelente realización y una fotografía colorista que nos salta a los poros de la piel para insuflar vigor y cromatismo, una serenidad mediterránea que al mismo tiempo es festiva. Todo en Mamma Mía! es una fiesta, todo es celeridad del sentimiento que ya no está cautivo, como en la novela de Gutiérrez Solís, sino que se hace de agua y se derrama sobre una multitud de brazos libres ungidos por las aguas dulzonas de Afrodita. La historia es sencilla, pero se instala en la alta comedia y tiene la virtud de ir incorporando las canciones y los espectaculares números musicales con una naturalidad que extraña, sobre todo en el musical contemporáneo. Eso que sucedía con Gene Kelly, que de pronto en medio de Un americano en París comenzaba a cantar y a bailar, a correr por las calles de un Montmartre hecho en tonos pastel de manos de Leslie Caron, y que nos parecía que era lo que tenía que ocurrir, sucede también en Mamma Mía!, donde una muchacha a punto de casarse, que vive en un hotel, regentado por su madre, en una isla de Grecia, decide invitar a su boda a sus tres posibles padres.

La madre, una Merylp Streep que parece haber alcanzado una plenitud de la actuación, una alegría enérgica, una condensación y un dinamismo que se afianzan por igual en la comedia y el drama, se reencontrará sin querer con su pasado, que es también el futuro de su hija. Llegarán sus viejas amigas, que le recordarán que es joven, que la juventud, en realidad, es una cualidad del corazón. Pierce Brosnan nos recuerda que es un extraordinario intérprete, también musical, y que sabe cantar y bailar. Mamma Mía! es una verdadera fiesta alucinante, una diversión liviana y honda, una exaltación de lo vital, el mejor remedio ante septiembre.

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