CUATRO nunca terminó de encontrar su sitio en el mando y pese a las promesas, esperanzas y expectativas se quedó siempre a la sombra de los principales canales mientras Prisa se iba gastando lo que ya no tenía en una televisión en abierto que aún así era de lo más rentable del grupo. Justo cuando la dirección de Daniel Gavela hallaba un esqueleto y un estilo la cadena que recibió el relevo de Canal + fue vendida a Mediaset para sacar de la asfixia financiera a la matriz. Con el cambio Cuatro volvió a cambiar más, pareciéndose así a su nueva hermana mayor, sin mantener parte de su distinción y asistiendo al poco a la remontada del rival directo, La Sexta, más encendida políticamente desde que en este caso fue salvada por Antena 3.

Tras comprobar que de la parrilla inicial había más fracasos que éxitos, hace diez años la dirección de Gavela comenzó a hacer cribas y pruebas en una programación desequilibrada. Por entonces aparecía en los domingos El Hormiguero del matinal radiofónico Pablo Motos. Y, tomado el formato del repaso deportivo de sobremesa de Canal +, se echó mano de otro préstamo de la SER, Manolo Lama, y del propio Plus, Manu Carreño. Formaron pareja de hecho para adobar con su complicidad los vídeos deportivos y las ruedas de prensa de cada día. El fútbol tenía su parcela de enganche y con las disciplinas menores y las curiosidades de medio mundo terminaban de completar el menú de las tres, alternativo a los informativos de sobremesa.

Los Manolos y todos sus compadres han celebrado diez años de antena, lo que es siempre un logro. Con ellos La Roja ganó su apodo antes que los títulos. Ya no tienen la inicial frescura y la propia reiteración de la temática futbolística les hace perder factor sorpresa. Pese a todo, siguen teniendo sus destellos en los montajes, que crearon escuela. Los Manolos son la herencia más evidente del mejor Canal + y de lo más entretenido y descarado que llegó a ser Prisa en la TV.