Esta semana de insoportable parón liguero se ha visto paliada por varios acontecimientos. Hechos de distintos matices que abarcan desde la enésima hazaña de Nadal a la épica clasificación de España para la final del Mundial de baloncesto. En el ínterin, las buenas sensaciones que ha dejado el combinado de fútbol en sus partidos con Rumanía e Islas Feroe, pero nada tan llamativamente extraño como la destitución de Marcelino.

Pero es que si resulta extraño el despido del competente técnico asturiano, más llama la atención cómo la explica el propio damnificado. Achaca Marcelino su cese a haber ganado la Copa del Rey y la cosa tiene miga. Y lo dice con pleno convencimiento, pero sin que se aclare por qué Peter Lim, en adelante el hombre de Singapur, no quería que su equipo ganase un título del prestigio de la Copa del Rey. He ahí la gran incógnita que se debería aclarar más pronto que tarde.

Debería saber el hombre de Singapur que, salvo rarísimas excepciones, la Copa es el título más asequible para la clase media de nuestro fútbol. Y debería también darse cuenta de cómo vibró Valencia con esa conquista y cómo la celebró su afición desplazada a Sevilla. Claro que todo esto es una obviedad y el hombre de Singapur debe saber la importancia de la Copa en nuestro fútbol, por lo que habrá que creer en alguna causa oculta que estamos deseosos de conocer.

Lo cierto es que ha sido tan sorprendente lo ocurrido en el Valencia que hasta ha competido con la gesta de Rafa Nadal, el regusto que ha dejado la selección de Robert Moreno y hasta la emotiva segunda prórroga de ayer en China. Dicho todo lo cual, bienvenido el fin del parón, esa lacra que cada curso se mete de rondón para fastidiar el calendario, que hay que ver lo lejana que queda la última vez que vimos a los nuestros ante Celta y Leganés, respectivamente.